Compartiendo Amor



Había una vez en un hogar muy especial, un perro llamado Pretzel. Pretzel era el perro más mimado de la familia: siempre tenía la mejor comida, la cama más suave y muchos juguetes para entretenerse.

Un día, mientras Pretzel paseaba por el parque con su dueña Martina, se encontraron con otros perros que no tenían tantas comodidades como él. Había uno en particular llamado Rocky, que lucía triste y desaliñado.

"¡Hola! ¿Cómo te llamas?", preguntó Pretzel animadamente. "Soy Rocky", respondió el otro perro con voz apagada. "¿Por qué estás tan triste, Rocky?""Es que no tengo una familia como la tuya.

Vivo en la calle y paso hambre casi todos los días", dijo Rocky con tristeza en sus ojos. Pretzel sintió mucha empatía por Rocky y decidió hacer algo al respecto.

Le pidió a Martina que lo ayudara a llevar a Rocky a casa para darle comida y un lugar seguro donde dormir. Al principio, Martina dudaba porque nunca había tenido dos perros en casa, pero al ver la determinación de Pretzel accedió.

Los días pasaron y Rocky empezó a recuperar su alegría y vitalidad gracias al cuidado de Pretzel y Martina. Los dos perros se volvieron inseparables, compartiendo juegos, paseos y hasta la comida del plato. Sin embargo, un día llegó una noticia inesperada: una familia estaba interesada en adoptar a Rocky y darle un hogar permanente.

Aunque Pretzel iba a extrañar mucho a su amigo, sabía que era lo mejor para él. Con el corazón apretado, Pretzel se despidió de Rocky entre lamidas cariñosas y le deseó lo mejor en su nueva vida.

A cambio, recibió lamidas de gratitud y promesas de visitas frecuentes. A partir de ese día, Pretzel aprendió una gran lección: compartir lo que tenemos con quienes menos tienen puede marcar la diferencia en sus vidas.

Y aunque extrañaba a su amigo Rocky, se sentía feliz sabiendo que ahora tenía un hogar donde ser amado igual que él lo era por Martina.

Desde entonces, Pretzel siguió siendo el perro más mimado de la familia, pero también el más generoso y solidario con aquellos que necesitaban una pata amiga. Y juntos demostraron que el amor puede multiplicarse cuando se comparte con quienes más lo necesitan.

FIN.

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