Compartir es divertido
Gisela era una niña encantadora y curiosa, a la que le gustaba jugar con sus juguetes en el jardín de infantes. Siempre llevaba consigo su muñeca favorita, Marina, y no le gustaba prestarla a nadie.
Un día, mientras estaba en clase, sus compañeros le pidieron que compartiera sus bloques de construcción para jugar todos juntos. Gisela se puso terca y se negó a prestarlos. -No, son mis bloques y no quiero compartirlos -dijo Gisela con firmeza.
Sus compañeros se sintieron tristes al ser rechazados. La maestra, la Seño Carmen, se acercó a Gisela y le explicó que compartir es importante para que todos puedan divertirse juntos. Gisela no entendía por qué tenía que dar sus juguetes a los demás.
Pero la Seño Carmen le contó la historia de un hada mágica que enseñaba a los niños que compartiendo, todos podían ser más felices. Intrigada, Gisela escuchó atentamente.
La Seño Carmen propuso a Gisela un desafío: si compartía sus bloques durante una semana, todos harían una gran fiesta al final. Gisela dudó un poco, pero luego decidió aceptar el desafío. Durante esa semana, Gisela comenzó a prestar sus bloques, su pelota y hasta su muñeca Marina.
Se dio cuenta de que ver a sus compañeros contentos la llenaba de alegría. Al final de la semana, la Seño Carmen organizó una divertida fiesta en el jardín de infantes.
Todos los niños jugaron juntos, se rieron y disfrutaron de las actividades gracias a los juguetes compartidos. Gisela vio a sus compañeros felices y sintió que valió la pena compartir.
Desde ese día, Gisela entendió que compartiendo las cosas, todos podían ser más felices, y aprendió que la verdadera felicidad viene al ver felices a los demás. Ahora, Gisela comparte con alegría y siempre disfruta más cuando juega con sus amigos en el jardín de infantes.
FIN.