Conectados por siempre



Gabriela era una niña muy alegre y divertida, pero últimamente no podía dormir porque extrañaba mucho a su amigo Alejandro.

Él había tenido que mudarse lejos debido al trabajo de sus padres y Gabriela se sentía muy triste sin él. Una noche, mientras estaba acostada en su cama tratando de conciliar el sueño, Gabriela decidió hacer algo al respecto.

Recordó que Alejandro siempre le decía que cuando se sienten tristes o preocupados, lo mejor es hablar con alguien en quien confíen. Así que Gabriela decidió escribirle una carta a Alejandro contándole todo lo que sentía y cuánto lo extrañaba. Después de escribir la carta, Gabriela se sintió un poco más tranquila y finalmente logró dormir.

Al día siguiente, después del colegio, Gabriela fue a dejar la carta al correo para que llegara cuanto antes a las manos de Alejandro.

Pero cuando llegó al buzón, notó algo extraño: ¡la carta no estaba allí! Gabriela empezó a sentirse muy frustrada e incluso un poco asustada.

¿Qué había pasado con su carta? ¿Cómo podría hacerle saber a Alejandro cuánto lo extrañaba? Fue entonces cuando recordó otra cosa que siempre le decía su amigo: "Siempre hay una solución para cada problema". Con esa idea en mente, Gabriela decidió buscar otras formas de comunicarse con Alejandro. Primero intentó llamarlo por teléfono, pero como vivían en ciudades diferentes no tuvo éxito.

Luego pensó en enviarle un mensaje por internet o por redes sociales; sin embargo descubrió que los padres de Alejandro habían decidido limitar el uso de la tecnología en su hogar. Gabriela no sabía qué hacer, pero decidió no rendirse.

Así que empezó a buscar más opciones para comunicarse con Alejandro y finalmente descubrió una que no se le había ocurrido antes: ¡escribirle un correo electrónico! Con mucha emoción, Gabriela escribió un largo correo electrónico a Alejandro contándole todo lo que había pasado desde que él se fue, todas las cosas divertidas e interesantes que habían pasado en el colegio y cómo extrañaba sus juegos juntos.

Después de enviar el correo electrónico, Gabriela esperó ansiosa por una respuesta. Y al cabo de unos días, recibió un mensaje de vuelta de Alejandro.

Él le agradecía mucho por haberle escrito y le contaba que también la extrañaba mucho. Desde ese día, Gabriela empezó a sentirse mejor y poco a poco volvió a tener sus noches tranquilas.

Aprendió una valiosa lección sobre la importancia de hablar con alguien cuando se siente triste o preocupado y también aprendió que siempre hay formas alternativas para solucionar los problemas. Y aunque todavía extrañaba mucho a su amigo Alejandro, ahora sabía que podían seguir conectados gracias a la magia del internet.

FIN.

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