Conquering Fear



Había una vez un niño llamado Felipe que tenía mucho miedo de ir al dentista. Siempre que sus padres le decían que tenía que hacer una visita al dentista, él se ponía muy nervioso y comenzaba a temblar.

Un día, su mamá lo llevó a la clínica dental de la doctora Paty. Al entrar, Felipe vio todos los aparatos y herramientas que había en la sala de espera y su miedo aumentó aún más.

Pero cuando llegó el turno de Felipe, la doctora Paty lo recibió con una sonrisa amable y le dijo:- ¡Hola, Felipe! No tienes por qué preocuparte. Estoy aquí para cuidar tus dientes y hacerte sentir cómodo.

Felipe miró a la doctora Paty con curiosidad y un poco de incredulidad.

¿Cómo podía alguien estar cómodo en un lugar lleno de instrumentos afilados? La doctora Paty se dio cuenta del miedo de Felipe e intentó calmarlo explicándole todo lo que iba a hacer durante la consulta. - Primero, vamos a abrir grande tu boca para poder ver tus dientes bien. Luego usaré un espejo y una luz especial para examinarlos detenidamente -le explicó mientras señalaba los instrumentos-.

Y no te preocupes por esta turbina ruidosa, solo hace cosquillas en los dientes y no causa ningún daño. Felipe escuchaba atentamente las palabras tranquilizadoras de la doctora Paty. Aunque todavía estaba asustado, comenzaba a sentirse un poco más confiado.

La doctora Paty pidió a Felipe que se sentara en el sillón dental mientras ella preparaba todo lo necesario.

Mientras esperaban, Felipe observaba los cuadros coloridos en las paredes y se distraía con el sonido relajante de la música que había en la sala. Cuando todo estuvo listo, la doctora Paty se acercó a Felipe y le dijo suavemente:- Ahora, Felipe, vamos a empezar. Solo necesito que abras bien la boca para poder ver tus dientes.

Felipe respiró hondo y abrió grande su boca. La doctora Paty comenzó a examinar sus dientes con mucho cuidado utilizando el espejo y la luz especial. A medida que avanzaba, le explicaba a Felipe lo que iba encontrando y cómo podían solucionarlo juntos.

- ¡Mira! Aquí hay un pequeño huequito que podemos arreglar fácilmente -le dijo mientras señalaba uno de sus dientes-. No te preocupes, no duele nada.

Felipe se sorprendió al darse cuenta de que no sentía dolor ni molestia alguna durante el examen. De hecho, comenzó a sentir cierta curiosidad por ver cómo funcionaban todos esos aparatos extraños. La doctora Paty continuó trabajando en los dientes de Felipe con mucha paciencia y delicadeza.

Le enseñó cómo usar la turbina ruidosa para hacer cosquillas en los dientes sin causar daño alguno. A medida que pasaba el tiempo, Felipe se fue relajando cada vez más.

Al finalizar la consulta, la doctora Paty felicitó a Felipe por ser tan valiente y le regaló una pequeña bolsita llena de cepillos de dientes coloridos y pasta dental deliciosa. Felipe salió de la clínica dental con una sonrisa en su rostro y sintiéndose muy orgulloso de sí mismo.

Había superado su miedo y había descubierto que ir al dentista no era tan malo como pensaba. Desde ese día, Felipe dejó de tener miedo de ir al dentista.

Aprendió la importancia de cuidar sus dientes y a valorar el trabajo de la doctora Paty. Además, se dio cuenta de que los lugares desconocidos pueden ser menos temibles cuando hay personas amables dispuestas a ayudarnos. Y así, Felipe continuó visitando regularmente a la doctora Paty para mantener sus dientes sanos y fuertes.

Siempre recordaría aquel primer encuentro con la doctora Paty como una experiencia que lo ayudó a crecer y enfrentar nuevos desafíos con valentía.

FIN.

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