Constanza y la liebre amiga



En un hermoso bosque vivía una tortuga llamada Constanza. Constanza era una tortuga muy lenta, lo que la ponía triste a veces. Soñaba con ser más rápida y ágil, pero por más que lo intentaba, siempre terminaba siendo superada por sus amigos animales. Un día, Constanza conoció a una amigable liebre llamada Lila. Lila, al ver a Constanza triste, le ofreció su amistad y le prometió ayudarla a caminar más rápido.

Desde ese día, Lila pasaba horas enseñándole a Constanza a mover sus patas de una manera más ágil y eficiente. Aunque al principio Constanza sentía que no progresaba, la paciencia y amabilidad de Lila la motivaban a seguir intentándolo.

Poco a poco, Constanza empezó a notar pequeñas mejoras en su velocidad. Se sentía más liviana y ágil gracias a los consejos de su amiga liebre. Lila le recordaba constantemente que lo importante no era llegar primero, sino avanzar día a día con esfuerzo y perseverancia. Constanza aprendió que ser lenta no significaba ser menos valiosa y que cada uno tiene sus propias habilidades y tiempos.

Finalmente, un día llegó una carrera en el bosque. Al principio, Constanza dudaba en participar, pero el aliento de Lila la convenció de intentarlo. Aunque no ganó la carrera, Constanza llegó a la meta con una gran sonrisa en su rostro, sintiéndose orgullosa de sí misma por haberlo intentado.

Desde ese día, Constanza y Lila se convirtieron en inseparables. La amistad entre la tortuga y la liebre demostraba que juntas podían superar cualquier obstáculo. Constanza aprendió que la verdadera velocidad no se mide en metros recorridos, sino en el amor, la amistad y la solidaridad que te lleva a cruzar la meta de la vida.

FIN.

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