Construyendo juntos


Había una vez en un hermoso río, un pez llamado Nemo que soñaba con explorar más allá de su hogar acuático.

Un día, mientras nadaba cerca de la orilla, vio a una rana llamada Renata que saltaba de piedra en piedra. - ¡Hola, Renata! ¿A dónde vas tan rápido? -preguntó Nemo curioso. - Hola, Nemo. Estoy buscando al niño barca que siempre viene a jugar aquí en el río.

Me encanta observarlo construir sus pequeñas embarcaciones y lanzarlas al agua. Es fascinante ver cómo flotan y navegan con la corriente -respondió Renata con entusiasmo. Nemo se emocionó al escuchar sobre el niño barca y decidió seguir a Renata para conocerlo también.

Pronto llegaron a un claro donde estaba el niño barca, un pequeño niño llamado Mateo, concentrado en cortar ramas y hojas para construir su próxima embarcación. - ¡Hola, Mateo! Soy Nemo y esta es Renata.

¿Puedo ayudarte a construir una barca hoy? -preguntó Nemo emocionado. - ¡Claro que sí! Será genial tener ayuda para hacer mi nueva creación flotante -respondió Mateo con una sonrisa.

Los tres amigos trabajaron juntos: Mateo cortaba las ramas con cuidado, Nemo las sostenía firmemente con sus aletas y Renata daba consejos sobre cómo mejorar la estructura de la barca. Finalmente, terminaron la embarcación y la lanzaron al agua.

Para sorpresa de todos, la corriente del río era más fuerte de lo esperado y arrastró rápidamente la barca lejos de ellos. - ¡Oh no! Mi barca se está alejando demasiado rápido -exclamó Mateo preocupado. Sin pensarlo dos veces, Nemo se zambulló en el agua y empezó a empujar la barca con todas sus fuerzas hacia la orilla.

Con habilidad e ingenio logró controlarla hasta llegar a tierra firme nuevamente. - ¡Gracias por salvar mi barca, Nemo! Eres increíble -dijo Mateo emocionado mientras abrazaba al valiente pez.

Desde ese día, los cuatro amigos se reunieron frecuentemente para construir nuevas embarcaciones y navegar juntos por el río. Aprendieron que trabajar en equipo y ayudarse mutuamente los hacía más fuertes y capaces de superar cualquier desafío que enfrentaran juntos.

Y así, entre risas y aventuras acuáticas, Nemo descubrió que no necesitaba salir del agua para explorar el mundo exterior; todo lo que necesitaba ya lo tenía junto a sus amigos en ese maravilloso río donde vivían felices para siempre.

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