Contando Amigos



Era un caluroso día en la jungla, y el pequeño Leo, un curioso león de melena dorada, decidió que era el momento perfecto para hacer amigos y aprender a contar. – Hoy voy a conocer a diez animales distintos, uno por uno – se dijo Leo emocionado.

Con una sonrisa en su rostro, Leo salió de su cueva y se aventuró por los senderos frondosos. Pronto escuchó un sonido suave que provenía de un arbusto cercano. - ¡Hola! – llamó Leo.

Del arbusto salió una simpática tortuga llamada Tula. – ¿Qué haces, Leo? – preguntó Tula.

– Estoy buscando amigos y contando! – respondió Leo. – ¿Te gustaría ser mi primer amigo? – Claro, soy la número uno entonces – dijo Tula, estirando su cuello. n

Leo siguió su camino disfrutando del sol que brillaba entre las hojas, cuando de repente vio a dos bellas aves volando juntas en el cielo. - ¡Hermosas! ¿Puedo contarles? – gritó Leo. Las aves bajaron volando y se posaron cerca. – ¡Por supuesto! – dijo una de ellas. – Yo soy Lila y ella es Rita, somos las número dos y tres.

Emocionado, Leo continuó su aventura. Encontró a un alegre mono columpiándose en los árboles. - ¡Hola, amigo! ¿Quieres unirte a mi grupo? – preguntó Leo. – Me encantaría! Soy Momo y soy el número cuatro. – respondió el mono, brincando de un lado a otro.

Con cuatro nuevos amigos, Leo se sintió increíblemente feliz. Pero su búsqueda no terminaría ahí. Al caminar un poco más, escuchó un rugido fuerte y potente.

– ¿Qué fue eso? – preguntó Tula, algo asustada.

– No te preocupes, vamos a investigar – sugirió Leo con confianza.

Al acercarse al sonido, se encontraron con un feroz jaguar llamado Javi.

– ¿Qué hacen ustedes aquí? – preguntó Javi, con un tono desafiante.

– ¡Buscamos amigos! ¿Te gustaría ser el número cinco? – dijo Leo.

– Mmm, amigos, eh… bueno, en ese caso, soy Javi, el número cinco – respondió el jaguar, suavizando su mirada. Vale, vale, se apoderó de la curiosidad.

Juntos, los cinco amigos continuaron su travesía, riendo y contando los animales que encontraban. De pronto, Leo vio un grupo de tres simpáticos ciervos pastando. - ¡Ahí hay más amigos! – gritó. Al acercarse, los ciervos se presentaron. – Soy Ciro, você aqui, soy la número seis, y estos son Mero y Rero, siete y ocho. ¡Estamos encantados de conocerlos! – dijeron los ciervos con gran entusiasmo.

Encantado de haber encontrado a ocho amigos, Leo pensaba que su día ya no podía ser mejor, cuando, de repente, se escuchó un gran chapoteo en el río.

– Vamos a comprobarlo – sugirió Momo.

Al asomarse al río, vieron a dos divertidos delfines nadando.

– ¡Hola, amigos! – gritaron los delfines. – ¡Nosotros somos Dilo y Nilo, nueve y diez! – saltaron alegremente.

– ¡Hemos llegado a diez! – exclamó Leo, saltando de alegría.

Aunque los diez amigos estaban felices de haberse encontrado, Leo se dio cuenta de que había algo aún mejor.

– Amigos, ¿cuál es la mejor parte de este día? – preguntó Leo.

– ¡Lo mejor es compartir y jugar juntos! – dijo Tula.

– ¡Sí! – gritaron todos al unísono.

Leo sonrió, mirando a sus nuevos amigos. – Entonces, esta aventura no solo se trata de contar, sino de vivir momentos felices y aprender unos de otros.

Y así, entre juegos, risas y un sentimiento de unidad, los diez amigos empezaron una nueva aventura, sabiendo que juntos podían explorar el mundo y aprender en el camino.

Desde aquel día, la selva se llenó de alegría y amistad, y Leo nunca olvidó lo que verdaderamente importa: contar no solo los números, sino contar con los amigos que hacen la vida mucho más divertida.

FIN.

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