Cora y la ovejita perdida



Había una vez en la tranquila granja "El Susurro del Amanecer" una ovejita muy especial llamada Cora.

Desde muy temprano, antes incluso de que el sol saliera por completo, Cora se levantaba emocionada y con una gran sonrisa en su rostro para ir a la granja. Cora vivía en un lindo campo verde donde pastaban muchas ovejas más, pero ella siempre destacaba por su alegría y entusiasmo.

Todos los días, sin falta, tomaba su camino hacia la granja con mucha energía y vitalidad. El resto de los animales de la granja admiraban a Cora por ser tan dedicada y feliz.

Un día, mientras Cora caminaba hacia la granja como de costumbre, se encontró con el simpático perro Rufus. "¡Buenos días, Cora! ¿Cómo estás hoy?", preguntó Rufus moviendo su cola emocionado. "¡Hola Rufus! Estoy genial, ¡hoy es un día maravilloso para ir a la granja!", respondió Cora con entusiasmo.

Rufus notó lo feliz que estaba Cora y decidió acompañarla en su camino hacia la granja. Juntos trotaron por el sendero lleno de flores silvestres y árboles frondosos. El aire fresco de la mañana acariciaba sus caras mientras avanzaban rumbo a la granja.

Al llegar a "El Susurro del Amanecer", fueron recibidos por el dueño de la granja, Don Bernardo, quien siempre tenía una sonrisa amable para todos los animales que llegaban allí.

"¡Buenos días, queridos amigos! ¡Qué alegría verlos tan temprano aquí!", saludó Don Bernardo con cariño. "Buenos días Don Bernardo", respondieron al unísono Cora y Rufus. La jornada en la granja transcurría entre labores cotidianas: las gallinas ponían huevos, las vacas eran ordenadas y alimentadas, los cerdos revoloteaban felices en el barro...

Y entre todas esas actividades estaba Cora ayudando en todo lo que podía con su dulzura y disposición.

Un día particularmente soleado, mientras pastoreaba junto a Rufus al rebaño de ovejas por los prados verdes cerca del arroyo cristalino que cruzaba la finca; escucharon unos balidos desesperados provenientes del otro lado del campo. Intrigados por el ruido decidieron investigar qué pasaba.

Al acercarse descubrieron a una pequeña ovejita extraviada entre unos arbustos espinosos llorando asustada porque se había separado del grupo principal. Sin dudarlo ni un segundo, Cora se dirigió hacia ella para calmarla:"No llores pequeña amiga. Estamos aquí para ayudarte", dijo Cora con ternura mientras le ofrecía protección bajo su abrigo lanudo.

Rufus también se acercó moviendo su cola intentando transmitir tranquilidad a la ovejita perdida. Gracias al valor y empatía demostrados por Cora lograron reunirla nuevamente con las otras ovejas sãsanas salvándola así de cualquier peligro.

Días después este acto valiente fue reconocido públicamente durante una reunión especial realizada en honor a corra donde todos los animales aplaudieron juntos reconociendo lo increible e importante que era tener alguien como corra dispuesta siempre ayudar incondicionalmente.

Desde ese momento en adelante, Corra no solo ibaa disfrutar cada dia mas ir hasta "el susurro del amanecer" sino tambien sabia qe tenia amigos fieles como rufuqes qe siempre estarían ahí cuando más lo necesitara.

FIN.

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