Coraje y el Bosque Mágico



Había una vez un perro llamado Coraje que vivía en un pequeño pueblo. Era un perro valiente, pero también muy curioso. Un día decidió salir a explorar el bosque que estaba al borde del pueblo, un lugar que siempre había oído que estaba lleno de maravillas y misterios.

Al entrar al bosque, Coraje sintió que era diferente a lo que había imaginado. Los árboles eran altos y sus hojas brillaban como esmeraldas. Las flores cantaban suaves melodías y los animales hablaban entre sí en un idioma que solo ellos entendían.

"¡Hola, perro valiente!" - dijo una ardilla que se asomó desde una rama. "¿Qué te trae por aquí?"

"Estoy explorando, quiero descubrir cosas nuevas" - respondió Coraje lleno de entusiasmo.

Pero el bosque tenía su propio hechizo. Mientras Coraje seguía avanzando, comenzó a perderse. Cada rincón que giraba parecía parecerse al anterior, y la sensación de estar perdido se apoderó de él.

"Oh no, ¿qué voy a hacer?" - murmuró Coraje, sintiéndose un poco asustado.

Entonces, recordó las enseñanzas de su dueña. Siempre decía que si te perdés, lo mejor es tomar un respiro y pensar con calma. Coraje se sentó bajo un gran árbol y cerró los ojos. Con cada inhalación, trató de recordar el camino que había tomado.

De pronto, escuchó una voz suave. Era una vieja tortuga que se acercaba lentamente.

"¿Por qué estás tan preocupado, joven perro?" - preguntó la tortuga.

"Me he perdido y no sé cómo regresar a casa" - contestó Coraje.

"No te preocupes, a veces perderse es solo una forma de encontrar algo nuevo" - dijo la tortuga con una sonrisa. "Si me sigues, te mostraré un camino que podría llevarte a casa, pero primero, ¿quieres conocer el bosque?"

Coraje asintió y, aunque estaba un poco ansioso, decidió seguir a la tortuga. Juntos, exploraron luces brillantes que parecían estrellas caídas, ríos de canto y flores que secretraban un dulce néctar. Mientras tanto, la tortuga le enseñó que para conocer algo, a veces hay que dejarse llevar por la aventura.

"Mirá, Coraje," - dijo la tortuga, "hay un puente de arcoíris más adelante. Es mágico, pero solo aparece cuando se va un atardecer. Debemos apresurarnos."

Coraje sintió que la emoción volvía a él. Empezaron a correr, y cuando llegaron al arco de colores, el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas. El puente brillaba intensamente, y todos los colores danzaban a su alrededor.

"Vamos, Coraje, cruce el puente y verás algo hermoso" - le animó la tortuga.

Coraje atravesó el puente y al llegar al otro lado, encontró un campo lleno de otros perros de todos los tamaños y colores, jugando y saltando. Coraje se sintió feliz al ver a sus pares. Todos eran amigos instantáneos.

"¡Qué lugar tan maravilloso!" - exclamó. Cada perro tenía algo especial que ofrecer. Jugaron juntos, compartieron historias y Coraje se dio cuenta de que había encontrado nuevos amigos, pero extrañaba a su dueña.

"¿Cómo vuelvo a casa?" - preguntó Coraje con un leve tono de tristeza.

La tortuga se le acercó y dijo: "Si quieres volver, solo busca el arcoíris en tu corazón y sigue el camino que te lleva a lo que amas. Regresa cuando estés listo."

Coraje sonrió, sabiendo que en su corazón siempre tendría el amor de su dueña. Despidió a sus nuevos amigos, cruzó el puente de regreso y siguió el camino que se lo llevó a casa.

Cuando llegó al pueblo, su dueña lo esperaba en la puerta con los brazos abiertos.

"¡Coraje, te extrañé tanto!" - dijo ella emocionada.

"Yo también te extrañé. Pero aprendí que la aventura no solo está en perderse, sino en lo que encuentras y aprendes por el camino" - le respondió Coraje.

Desde aquel día, Coraje no dejó de explorar, pero siempre volvía a casa. Había aprendido que, a veces, lo más importante no es dónde estás, sino las experiencias y las amistades que haces en el viaje.

Y así, el valiente perro Coraje se convirtió en el explorador más querido del pueblo y el bosque mágico se convirtió en su segundo hogar.

FIN.

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