Coral y la Bruja Sari



Había una vez una niña alegre llamada Coral, que vivía en un pueblito al borde de un bosque mágico. Coral era conocida por ser siempre la primera en ayudar a sus amiguitos. Si alguien se caía, allá estaba Coral para levantarlo; si alguien necesitaba un consejo, Coral era la que daba las palabras adecuadas. Su entusiasmo era contagioso y todos la adoraban.

Un día, mientras paseaba por el bosque, recogiendo flores y conversando con los pájaros, se encontró con una bruja llamada Sari. Sari era una bruja con poderes especiales, pero en su corazón había un gran vacío. La maldad se reflejaba en su mirada, y coral sintió un escalofrío al acercarse.

- “Hola, pequeña. ¿Qué haces en mi bosque? ” - preguntó Sari con una voz melodiosa, pero que sonaba algo siniestra.

- “¡Hola! Solo estoy disfrutando del día y recogiendo flores para mis amigos. ¿Y usted? ” - respondió Coral con su sonrisa radiante.

- “Oh, yo tengo cosas mucho más interesantes que hacer. Pero he notado que ayudas mucho a los demás, y eso me molesta un poquito.” - dijo Sari, mientras entrecerraba los ojos.

- “¿Por qué estarías molesta por eso? Ayudar es algo lindo, y todos pueden hacerlo. Te invito a hacerlo también.” - replicó Coral, sin entender la ira de la bruja.

Sari, enojada, decidió que no podía permitir que la alegría de Coral siguiera floreciendo. Con un movimiento de su varita, conjuró un hechizo para robarle las ideas que tenía para ayudar a los demás.

Coral sintió una extraña sensación, como si mil mariposas volaran a su alrededor, pero de repente se sintió vacía, como si hubiera perdido una parte de sí misma.

- “¡Espera! ¿Qué me hiciste? ” - exclamó Coral, asustada.

- “Ahora te has quedado sin ideas. Nadie podrá ayudarte. No podrás ser tan alegre sin ellas.” - rió Sari mientras desaparecía entre los árboles.

Coral se sintió triste y sola. Miró a su alrededor, buscando una forma de adaptarse a su nueva realidad. Caminó, pensativa, por el bosque, hasta que se encontró con un grupo de conejitos asustados que no podían salir de un arbusto espinoso.

- “¡Hola, pequeños! ” - les dijo Coral, pero no sabía cómo ayudarlos. Sin sus ideas, se sentía impotente.

- “¡Ayúdame, por favor! ” - chirrió un conejito mientras intentaba salir.

Coral sintió que su corazón se rompía. _Tenía que ayudar, aunque no supiera cómo_. Entonces recordó el amor y la alegría que siempre había compartido. Se acercó a los conejitos, los abrazó y les dijo:

- “Vamos a hacerlo juntos, ¡no se rindan! ”

Sus palabras estaban llenas de energía. Los conejitos, alentados por la valentía de Coral, comenzaron a moverse en la dirección opuesta, armándose de coraje.

De repente, la bruja Sari estaba mirando desde el rincón del bosque, y su maldad comenzó a desvanecerse al ver la entrega y la amistad de los pequeños animales.

- “¡Basta, no puedo soportarlo! ” - gritó Sari, y, aunque quería seguir adelante con su plan, no podía evitar sentir calidez en su corazón por primera vez.

En ese momento, Coral, en el acto de ayudar y unificar, hizo que los conejitos rompieran las espinas y salieran. Todos estaban felices y vibrantes de alegría.

- “¿Ves? No necesito tener las ideas perfectas para ayudar. Solo tengo que dar amor y recibirlo. ¿Por qué no lo intentas tú, bruja? ” - le dijo Coral, mirando a Sari con su mejor sonrisa.

Sari, sorprendida, bajó la mirada y dijo:

- “Quizás nunca haya probado ayudar a alguien. Creo que tengo mucho que aprender…”

El corazón de Coral se iluminó, y cuando Sari se acercó para alejar la tristeza de su ser, sus ideas volvieron a ella, más brillantes y coloridas que antes.

- “¡Lo lograste, Sari! ¡Ahora también puedes ayudar a los demás! ” - dijo Coral, emocionada.

- “Sí, sí puedo… ¡Gracias, Coral! ” - exclamó Sari, con una sonrisa sincera.

Y así, la bruja Sari se convirtió en la ayudante del bosque, y Coral nunca dejó de sonreír. Juntas tenían muchas aventuras, llenas de magia y alegría, y la bondad en el corazón de Sari floreció, como los hermosos jardines que Coral había ayudado a crear.

Desde entonces, Coral aprendió que no siempre se necesita tener las mejores ideas, sino que lo más importante es tener amor y estar dispuesta a ayudar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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