Corazones de Oro


En un barrio humilde de Buenos Aires, vivía Clarita, una adolescente de 14 años que siempre había tenido que luchar contra la pobreza.

Su ropa estaba gastada, su casa era pequeña y no siempre tenía suficiente comida en la mesa. A pesar de todo, Clarita era una chica alegre y soñadora, que nunca perdía la esperanza de tener un futuro mejor.

Un día, en la escuela, conoció a Sofía, una adolescente de su misma edad pero con una realidad muy diferente. Sofía venía de una familia adinerada, tenía ropa de marca, vivía en una casa lujosa y nunca le faltaba nada.

Al principio, Clarita se sintió intimidada por la aparente diferencia entre ambas, pero pronto descubrió que Sofía no era como todas las chicas ricas que había conocido antes. Sofía no presumía de su dinero ni se creía superior a los demás.

Al contrario, era amable, generosa y estaba interesada en conocer a Clarita más allá de las apariencias.

Poco a poco, las dos chicas comenzaron a pasar tiempo juntas fuera del colegio y descubrieron que tenían mucho en común: les gustaba la música pop, bailar bajo la lluvia y soñar con viajar por el mundo. "¿Sabes qué me gusta hacer cuando estoy triste? - le dijo Clarita un día a Sofía mientras caminaban por el parque. "¿Qué?" - preguntó curiosa Sofía. "Mirar al cielo y contar las estrellas.

Me hace sentir tranquila y pensar en todo lo bueno que puede venir. " - respondió Clarita con una sonrisa. A partir de ese momento, Sofía decidió ayudar a su nueva amiga a cumplir sus sueños.

Le regaló libros para que pudiera seguir estudiando después del colegio; le enseñó bailes nuevos para participar juntas en concursos locales; e incluso organizó una colecta entre sus amigos para comprarle ropa nueva a Clarita.

La amistad entre Clarita y Sofía se volvió cada vez más fuerte e inspiradora para quienes las rodeaban. Muchos compañeros de clase aprendieron a valorar lo importante que es tener alguien en quien confiar sin importar las diferencias económicas o sociales.

Una tarde calurosa de verano, mientras compartían un helado bajo la sombra de un árbol centenario del parque cercano al colegio,"Sofí ¿alguna vez te has sentido sola?"Sofia miró fijamente a los ojos brillantes de Clara"Todos nos sentimos solos alguna vez Clara...

Pero saber que tienes amigos verdaderos como tú hace toda la diferencia. "Clarita nunca olvidaría aquellas palabras sinceras ni el apoyo incondicional que recibió de su amiga Sofía.

A medida que pasaban los años juntas, ambas siguieron creciendo personalmente: Clarita se convirtió en abogada gracias al esfuerzo conjunto con Sofia quien financió sus estudios universitarios. Y así demostraron al mundo entero que la verdadera riqueza está en el corazón y no en el bolsillo.

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