Corazones Unidos


Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, dos amigos muy especiales llamados Franco y Brenda. Franco era un niño muy aplicado en la escuela, siempre sacaba las mejores notas y le encantaba ayudar a los demás.

Por otro lado, Brenda era una niña muy creativa y soñadora, le gustaba dibujar y escribir historias fantásticas.

Un día, se acercaba el 14 de febrero, el Día del Amor y la Amistad, y tanto Franco como Brenda estaban emocionados por celebrarlo juntos. Decidieron organizar una fiesta en el parque para todos sus amigos de la escuela.

"¡Franco, tengo una idea genial! Podríamos hacer corazones de papel con mensajes positivos para regalar a nuestros amigos en la fiesta", dijo Brenda emocionada. "¡Qué buena idea! Seguro les va a encantar recibir mensajes llenos de amor y amistad", respondió Franco con entusiasmo.

Así que juntos se pusieron manos a la obra y pasaron toda la tarde recortando papel de colores y escribiendo mensajes bonitos en cada corazón. Estaban felices de poder demostrarles a sus amigos cuánto los querían. El día de la fiesta llegó y el parque estaba decorado con globos y guirnaldas.

Todos los amigos se reunieron alrededor de Franco y Brenda para disfrutar juntos de juegos, música y risas. Fue un día inolvidable lleno de alegría y diversión.

Pero justo cuando estaban por repartir los corazones con mensajes positivos, una niña llamada Martina se acercó llorando. Parecía triste y sola. "¿Qué te pasa Martina? ¿Por qué estás tan triste?" preguntó Brenda preocupada.

Martina les contó que había tenido un mal día en la escuela porque algunos compañeros se habían burlado de ella por ser diferente. Se sentía sola e incomprendida. Franco miró a Brenda con complicidad y supo al instante lo que tenían que hacer.

"Martina, nosotros también nos sentimos diferentes a veces, pero eso no significa que no podamos ser felices siendo quienes somos", dijo Franco con ternura. Brenda tomó uno de los corazones con un mensaje especialmente dedicado a Martina: "Eres única tal como eres". Y se lo entregó con una sonrisa sincera.

Los ojos de Martina se iluminaron al leer esas palabras tan reconfortantes. Se sintió comprendida y aceptada por primera vez en mucho tiempo. Desde ese día, Franco, Brenda y Martina se convirtieron en grandes amigos inseparables.

Aprendieron que el verdadero amor consiste en aceptar a las personas tal como son, sin juzgarlas por sus diferencias. Y así celebraron juntos cada 14 de febrero recordando que el amor verdadero nace del respeto mutuo y la amistad sincera.

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