Corcho y la Aventura de la Amistad
Era una vez en un barrio lleno de colores, donde todos los días el sol iluminaba las calles y la alegría de los niños resonaba en el aire. Allí vivía un niño llamado Lucas, a quien su amiga Susy siempre le decía —"Corcho" .
"¿Por qué me llamás Corcho?" - le preguntó un día Lucas, sintiéndose un poco extraño.
"Porque sos resistente y siempre flotás por encima de las preocupaciones, como un corcho en el agua" - respondió Susy con una sonrisa.
A pesar de las palabras de Susy, Lucas a veces se sentía un poco estirado, como si él no encajara con el resto. Tenía una pasión por el arte, se pasaba horas dibujando y pintando, pero a veces se preocupaba por lo que pensaban los demás.
Un día, mientras estaban en el parque, Susy le propuso hacer algo diferente.
"Vamos a crear una obra de arte gigante, con todas nuestras ideas juntas. ¡Seremos como un corcho que flota en un mar de dibujos!"
Lucas dudó.
"Pero, ¿y si a nadie le gusta?"
"No importa, lo importante es que nos divirtamos y compartamos lo que sentimos" - dijo Susy, animándolo.
Finalmente, después de pensarlo un poco, Lucas aceptó y ambos comenzaron a dibujar en un gran lienzo que habían encontrado en el garaje de Susy. Arrancaron recortes de revistas, usaron pinturas de todos colores, y hasta incorporaron hojas y flores del jardín para hacer un collage.
Mientras trabajaban, se llenaron de risas y recuerdos. Cada trazo que hacían era una historia; cada rayo de color, un sueño. Y Lucas comenzó a sentirse más seguro de sí mismo.
De repente, un grupo de niños se acercó.
"¿Qué están haciendo?" - preguntaron curiosos.
"¡Estamos creando arte!" - respondió Susy con entusiasmo.
Los niños se unieron al juego, y pronto el lienzo se llenó de formas y colores. Cada uno colocó su propia huella, y lo que comenzó como un proyecto íntimo se transformó en una gran obra colectiva.
Lucas observó con asombro cómo su pequeña idea se volvía algo grandioso, y se dio cuenta de que no importaba si al principio sentía que no encajaba; lo que realmente contaba era la alegría de compartir y crear juntos.
Al final del día, no solo habían creado una hermosa obra de arte, sino que también habían demostrado que la amistad puede superar cualquier inseguridad.
"¿Ves? No eres un corcho estirado, sos un corcho mágico que flota en un mar de creatividad y amistad" - dijo Susy en broma.
Lucas sonrió, y por primera vez su corazón se sintió ligero.
Desde ese día, nunca le volvió a molestar que Susy lo llamara Corcho. En su mente, ese nombre se llenó de aventuras y alegría. Sabía que ser diferente era lo que hacía su amistad aún más especial, y que siempre podía contar con Susy para flotar en los mares de la vida.
Y así, los días transcurrieron llenos de risas, colores y nuevos proyectos, recordando siempre que ser uno mismo es lo más valioso que podemos ofrecer al mundo. Y que a veces, un corcho puede tener el poder de brillar en su propia manera, al igual que cada uno de nosotros.
Fin.
FIN.