Corto, el perro valiente


Había una vez un pequeño perrito llamado Corto. Era un perro muy bonito, con pelaje suave y ojos grandes y brillantes.

Pero lo que más destacaba de él era su tamaño: era bastante pequeñito en comparación con otros perros. Corto siempre se sentía triste porque los demás perros se burlaban de él por ser tan bajito. Incluso algunos niños del barrio lo molestaban diciéndole cosas como "¡mira ese ratoncito!" o "¿dónde está tu dueña, chiquitín?".

Todo esto hacía que Corto se sintiera muy mal consigo mismo. Un día, mientras caminaba por el parque, Corto encontró a un grupo de animales jugando juntos.

Había conejos saltando en la hierba, ardillas trepando árboles y pájaros volando por encima de ellos. Corto se acercó tímidamente al grupo y les preguntó si podía jugar con ellos. Los animales miraron a Corto y notaron lo pequeño que era.

Pero en lugar de burlarse de él como solían hacer los otros perros, decidieron darle una oportunidad. Los conejos le enseñaron cómo saltar entre las hojas caídas, las ardillas le mostraron cómo escalar troncos altos y los pájaros le enseñaron cómo volar (bueno, al menos intentarlo).

Corto estaba emocionado por aprender nuevas habilidades y sentirse parte del grupo de amigos animales.

Pero pronto descubrió algo aún más importante: no importa cuán pequeño sea uno o qué aspecto tenga, lo que realmente importa es quién es uno por dentro. Cuando Corto regresó a casa esa noche, se sintió más feliz que nunca. Había encontrado amigos verdaderos que lo aceptaban tal como era.

Y desde ese día en adelante, nunca permitió que las burlas de otros perros lo afectaran de nuevo. Se sentía orgulloso de ser corto y bonito, porque eso era parte de lo que lo hacía especial.

"¡Mamá, mamá! Quiero ser como Corto cuando sea grande!" exclamó una niña mientras leía la historia junto a su madre. "¿Por qué cariño?" preguntó su madre curiosamente.

"Porque aprendió a no dejar que las opiniones negativas de los demás lo afecten y encontró amigos verdaderos que lo aceptan tal como es" respondió la niña con una sonrisa en el rostro. La madre abrazó a su hija con ternura y pensó para sí misma: "Estoy muy orgullosa de mi pequeña".

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