Creando un Universo de Amistad
Había una vez en un lugar lejano del universo, donde todo era oscuro y silencioso, un pequeño punto brillante que contenía toda la energía y materia del futuro.
Este puntito estaba a punto de cambiarlo todo con una gran explosión, el famoso Big Bang. En ese puntito brillante vivían dos amigos muy curiosos: Estela, una estrella traviesa y chispeante, y Cosmo, un cometa valiente y aventurero.
Juntos exploraban el puntito brillante jugando a esconderse detrás de los planetas y bailando alrededor de las galaxias. Un día, mientras jugaban cerca del centro del puntito brillante, algo increíble sucedió. Un sonido estruendoso retumbó por todas partes y una luz deslumbrante los envolvió.
Era el momento esperado: ¡el Big Bang! -¡Estela! ¡Cosmo! -gritó una voz misteriosa desde lo más profundo del puntito brillante-. Ha llegado el momento de expandirnos y crear un universo lleno de estrellas, planetas y vida.
Los dos amigos se miraron emocionados ante la idea de ser parte de algo tan grande e importante. Sin dudarlo un segundo, se tomaron de la mano y se lanzaron juntos hacia el espacio infinito que se abría frente a ellos.
A medida que viajaban a través del universo en expansión, Estela dejaba destellos brillantes a su paso mientras Cosmo trazaba caminos luminosos con su cola resplandeciente. Juntos crearon galaxias enteras llenas de colores vibrantes y formas sorprendentes. Pero no todo fue fácil en su viaje cósmico.
En su camino se encontraron con agujeros negros que intentaban absorber toda la luz a su alrededor y asteroides peligrosos que amenazaban con chocar contra ellos.
Sin embargo, Estela y Cosmo demostraron ser valientes y astutos para sortear todos los obstáculos que se les presentaban. Finalmente, después de recorrer vastas distancias e incontables aventuras, llegaron al lugar donde nacerían nuevos mundos llenos de vida.
Estela iluminaba cada rincón con sus destellos cálidos mientras Cosmo traía consigo semillas estelares para sembrar la vida en cada planeta. -¡Lo logramos! -exclamó Estela radiante de felicidad-. Hemos creado un universo maravilloso lleno de posibilidades infinitas.
-¡Gracias por ser mi compañera en esta gran aventura! -respondió Cosmo con gratitud sincera hacia su amiga estrella-. Juntos somos invencibles. Y así, Estela y Cosmo siguieron viajando juntos por el universo compartiendo su luz y calor con todos los seres vivos que habitaban en él.
Su amistad perduraría por siempre como el brillo eterno de las estrellas en la noche oscura del cosmos.
FIN.