Creatividad y trabajo en equipo


Había una vez en el CEIP La Barrosa un grupo de niños y niñas muy emocionados porque se acercaba el fin de curso.

La maestra, la señorita Laura, les anunció que harían una excursión al lago de Arcos de la Frontera como broche final a un año lleno de aprendizajes y aventuras. Los chicos y chicas estaban tan felices que no podían esperar para llegar al lago.

El día llegó y todos subieron al micro escolar con sus mochilas, gorras y protector solar. El viaje fue largo pero entre canciones, juegos y risas, el trayecto se hizo corto. Al llegar al lago, los niños corretearon por la orilla descubriendo piedras brillantes y flores silvestres.

Pero lo más emocionante estaba por venir. La señorita Laura les propuso hacer una competencia de construcción de castillos de arena en equipos. Los chicos se dividieron en grupos y comenzaron a trabajar juntos.

-¡Vamos equipo! Necesitamos más agua para que el castillo quede firme -gritaba Martina mientras corría con su balde hacia el lago. -¡Yo traigo más palitos para decorar! -exclamaba Lucas entusiasmado.

El sol brillaba en lo alto mientras los pequeños arquitectos improvisaban puentes, torres y murallas con arena húmeda. Al finalizar el tiempo estipulado, cada equipo presentó su creación ante un jurado formado por otros compañeros. El veredicto fue difícil, ya que todos los castillos eran increíbles a su manera.

Sin embargo, hubo un detalle que llamó la atención del jurado: uno de los equipos había incluido un puente levadizo que realmente funcionaba gracias a unas cuerdas estratégicamente colocadas. El equipo ganador celebró con alegría su victoria mientras compartían golosinas con sus compañeros.

Pero la diversión no terminaba ahí. La señorita Laura propuso una búsqueda del tesoro por las orillas del lago.

Los niños debían encontrar pistas escondidas entre las rocas y los árboles para descubrir dónde estaba enterrado "el cofre del pirata". Después de resolver acertijos y superar desafíos físicos, los pequeños llegaron al lugar indicado donde desenterraron un baúl repleto de premios simbólicos como medallas y diplomas hechos a mano por la maestra.

La jornada culminó con un picnic frente al lago donde compartieron anécdotas del día e hicieron planes para futuras aventuras juntos.

Mientras observaban el atardecer reflejarse en las aguas tranquilas del lago, los niños comprendieron que trabajar en equipo, ser creativos y nunca rendirse ante los desafíos era la verdadera clave para alcanzar cualquier sueño.

Y así terminó aquel inolvidable día en el lago de Arcos de la Frontera; una experiencia educativa donde cada risa, cada abrazo y cada juego fortaleció aún más los vínculos entre estos pequeños grandes exploradores del mundo.

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