Creciendo en el Camino



En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, vivía un grupo de amigos: Lila, Tomás y Sofía. Todos ellos estaban en plena adolescencia, una etapa llena de cambios y descubrimientos. Un día, decidieron embarcarse en una aventura por el bosque cercano para explorar un antiguo sendero que, según contaban los ancianos del lugar, conducía a un lago mágico.

Mientras caminaban, Lila, que era la más soñadora del grupo, miraba a su alrededor admirando la naturaleza.

"¡Miren qué hermosas son las flores!" - exclamó, deteniéndose a observarlas.

Tomás, siempre práctico, analizó la situación.

"Sí, Lila, pero no podemos distraernos. Tenemos que llegar al lago antes de que oscurezca. Además, es una buena oportunidad para pensar en qué queremos ser cuando seamos grandes."

Sofía, que era muy curiosa, preguntó:

"¿Y qué quieren ser? Yo aún no tengo idea..."

- “No te preocupes, Sofía. Esta aventura podría ayudarnos a descubrirlo.” - dijo Lila, incentivada por la idea de que el viaje sería más que físico, también sería emocional.

Mientras seguían el sendero, comenzaron a notar cambios alrededor. De repente, el camino se tornó más empinado y rocoso, pero eso no los detuvo. En su ascenso, cada uno enfrentaba sus propios retos.

Tomás, que siempre se había sentido seguro de sí mismo, empezó a dudar de su capacidad para escalar esa montaña. Lila, por su parte, se preguntaba si debería seguir su pasión por el arte o dedicarse a algo más tradicional, mientras que Sofía se cuestionaba si era suficientemente valiente para ser ella misma.

En un momento, se detuvieron a descansar junto a un arroyo. Ahí fue donde se desató una conversación profunda.

"A veces siento que cada paso me lleva a entenderme mejor, aunque sea difícil." - confesó Sofía mientras se sacaba las zapatillas y mojaba sus pies en el agua.

"Claro, entre las piedras y el barro se oculta un tesoro, si buscamos bien." - añadió Lila,

Tomás sonrió y reflexionó:

"Sí, eso es cierto. Creo que así como en el camino, también en la vida, es normal tropezar. Necesitamos aprender a levantarnos."

Después de descansar, continuaron su recorrido. Pronto, se encontraron con un claro magnífico. Allí, el lago brillaba bajo la luz del sol, y parecía un espejo que reflejaba los sueños y miedos de cada uno.

"Lo logramos, amigos!" - gritaron todos juntos, llenos de alegría.

Al borde del lago, comenzaron a hablar sobre sus sueños y aspiraciones.

"Quiero ser artista" - confesó Lila, con una chispa en los ojos.

"Y yo un inventor. Siempre me han fascinado las máquinas y cómo funcionan..." - dijo Tomás emocionado.

"Yo quiero ser escritora. Me encanta crear historias. A veces la realidad no me parece suficiente.” - compartió Sofía, con un aire de determinación.

Mientras los tres compartían sus anhelos, una anciana que vivía en las cercanías se acercó.

"Me alegra ver a los jóvenes explorando y soñando. ¿Sabían que crecer es como este camino? A veces hay que escalar, otras simplemente disfrutar del paisaje.” - dijo la anciana con una voz dulce.

"¿Y cómo se hace para no perderse?" - preguntó Sofía, interesada en los consejos de la sabiduría de la mujer.

"Siguiendo siempre lo que sientes en el corazón y no olvides que, si alguna vez te caes, recógelo todo y sigue adelante. Cada paso es una lección.”

Los amigos se miraron y asintieron, comprendiendo que la experiencia en el sendero había sido tanto física como emocional.

"Hemos crecido hoy, no solo en kilómetros, sino en corazón y mente.” - dijo Lila, sonriendo a sus amigos.

Tomás agregó:

"Y eso es sólo el comienzo. Cada día en el camino de la vida nos ayuda a conocernos mejor.”

Así, con el corazón lleno de nuevas esperanzas y sueños, regresaron al pueblo con recuerdos inolvidables y la certeza de que seguirían creciendo, aprendiendo unos de otros y del mundo a su alrededor. Al final del día, comprendieron que lo importante no era solo el destino, sino cada paso que daban juntos. Y así, siguieron explorando, creciendo y soñando, sabiendo que siempre habría un nuevo camino por recorrer.

FIN.

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