Cricri y la búsqueda del oasis



Había una vez en un gran río de la selva, un cocodrilo muy especial. A diferencia de todos los demás cocodrilos, a este en particular no le gustaba para nada el agua.

Se llamaba Cricri y desde pequeño mostró su desagrado por mojarse, nadar o siquiera acercarse al río. Un día, mientras los otros cocodrilos jugaban y chapoteaban felices en el agua, Cricri se quedaba siempre en la orilla mirándolos con tristeza.

Todos se burlaban de él y lo llamaban "Cocodrilo terrestre". Pero a pesar de las risas y bromas, Cricri seguía firme en su decisión de no entrar al agua.

Un verano especialmente caluroso azotó la selva y el nivel del río comenzó a descender peligrosamente. Los peces se agolpaban en charcos cada vez más pequeños, sin suficiente espacio ni oxígeno. Los demás animales empezaron a preocuparse por la situación y buscaron una solución.

Fue entonces que la tortuga Matilde tuvo una brillante idea: "¡Debemos pedir ayuda a Cricri! Él conoce bien la tierra y seguro puede guiarnos hacia algún lugar donde haya más agua".

Al principio todos dudaron de las habilidades de Cricri, pero ante la urgencia de la situación decidieron darle una oportunidad. Con algo de renuencia, fueron a buscarlo y le explicaron lo que estaba pasando. Sorprendentemente, Cricri aceptó ayudarlos sin dudarlo.

Guiados por el olfato agudo de Cricri y su conocimiento del terreno, los animales emprendieron un largo viaje en busca de un nuevo hogar con suficiente agua para todos. Cruzaron selvas densas, montañas escarpadas y valles profundos hasta llegar finalmente a un hermoso lago cristalino rodeado de frondosos árboles.

Los animales celebraron emocionados haber encontrado aquel oasis en medio del paisaje árido e inhóspito que dejaron atrás. Todos estaban felices e inmensamente agradecidos con Cricri por haberlos guiado hasta allí.

"¡Gracias mil veces, querido amigo! Sin tu valentía y conocimiento nunca habríamos llegado hasta aquí", exclamó Matilde abrazando cariñosamente al cocodrilo terrestre. Cricri sonrió tímidamente sintiéndose parte importante del grupo por primera vez en mucho tiempo. "No hay problema amigos, estoy feliz de haber podido ayudar", respondió humildemente.

A partir de ese día, Cricri comprendió que aunque no le gustara el agua para sí mismo, podía ser útil para otros si ponía sus habilidades al servicio de quienes lo necesitaban.

Y así fue como el cocodrilo terrestre encontró su lugar entre sus compañeros animales como un héroe inesperado pero valorado por todos. Y juntos vivieron felices compartiendo las aguas del lago salvador.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!