Cris, el Niño Comelón
En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía un niño llamado Cris. Era conocido por todos como el niño comelón, ya que siempre estaba pensando en comida. Su amor por los sabores y la comida era tan grande que a veces se olvidaba de jugar con sus amigos.
Un sábado por la mañana, Cris se despertó con el olor de tostadas recién hechas y el mate de su mamá. "¡Mmm, hoy es un gran día para comer!"-, pensó, mientras se vestía apresuradamente.
Cuando bajó, encontró a su mamá preparando un desayuno delicioso. "Mamá, ¿me podrías preparar tortitas?"- preguntó Cris con una sonrisa.
"Claro, pero primero comé las tostadas"-, respondió su mamá, riendo. Cris no se hizo de rogar y devoró su desayuno como un verdadero campeón.
Después de desayunar, Cris salió a jugar al parque con sus amigos. Pero, en lugar de unirse a ellos, se quedó cerca de la fuente de agua, soñando con sus comidas favoritas. Sus amigos lo llamaron. "¡Cris, ven a jugar!"-
"Es que tengo hambre"-, contestó Cris, un poco distraído.
"Pero no podemos jugar en el parque si solo pensás en comer"-, dijo Sole, su amiga.
Cris se quedó pensando. Era verdad. Siempre estaba pensando en comida y se estaba perdiendo de divertirse con sus amigos. Entonces decidió que iba a hacer una cosa diferente. Propuso a sus amigos un plan original. "¿Quieren que hagamos un picnic en el parque? Yo me encargaré de la comida"-
"¡Genial!"-, exclamaron todos.
Cris corrió a su casa, emocionado. Le pidió a su mamá que le enseñara a preparar sándwiches y algunas frutas. Ella, sonriente, lo guió en la cocina: "Es importante que incluyas frutas y verduras, Cris. Comida sana es buena para jugar y tener energía"-. Cris asintió.
Durante la preparación, Cris empezó a recurrir a su creatividad. "¿Qué tal si hacemos sándwiches con formas divertidas?"- sugirió con entusiasmo. Su mamá, encantada, lo ayudó a utilizar moldes de galletas para cortar el pan en formas de estrellas y corazones.
Al volver al parque, Cris llevó una canasta llena de sándwiches en formas divertidas, frutas coloridas y zumos naturales. Sus amigos estaban maravillados.
"¡Qué rico todo, Cris!"-, exclamó Sole, al probar un sándwich en forma de estrella. "Es genial que hayas pensado en todos"-.
Mientras disfrutaban del almuerzo, Cris se dio cuenta de que no solo había preparado comida deliciosa, sino que lo estaba compartiendo con sus amigos. Se sintió tan feliz de verlos reír y jugar juntos.
Después del picnic, los amigos decidieron jugar un partido de fútbol. Cris, que antes siempre se quedaba al margen pensando solo en comer, ahora corría por el campo y pasaba el balón. "¡Mirá cómo me muevo! Esto es muy divertido"-, gritó Cris, al sentir la brisa en su cara.
Al final del día, mientras regresaban a casa, Cris sintió que había aprendido una lección importante. Ya no quería ser solo el niño comelón, sino también el niño que comparte y se divierte con sus amigos.
"Gracias por el mejor día, Cris"-, dijo Sole.
"Sí, tenés que hacer más picnics siempre"-, añadió otro amigo. Cris sonrió y aceptó.
"Sí, y la próxima vez, ¡también podemos cocinar juntos!"-.
Ceñido de alegría, regreso a casa con el corazón lleno. Había comenzado el día pensando en comida, pero lo terminó disfrutando de la compañía de sus amigos y aprendiendo que compartir era aún más delicioso que comer solo.
Desde entonces, Cris se convirtió en el niño más popular del barrio, no solo por su habilidad para preparar comidas sabrosas, sino también por ser un gran amigo. Juntos, los niños del barrio crearon un club de cocina, donde cada semana se reunían para aprender nuevas recetas y compartir sus platos favoritos. La creatividad de Cris se disparó y disfrutó no solo de lo que comía, sino de hacerlo junto a sus amigos.
Y así, Cris, el niño comelón, dejó de ser solo eso, y se transformó en el niño con el corazón más grande del barrio, cuya cocina siempre estaba abierta para todos y cada uno de sus amigos "¡A cocinar!" - era su grito de guerra.
FIN.