Cristiano Ronaldo y el sueño de ser futbolista



En un pequeño pueblo, a las afueras de la ciudad, había una escuela rural llamada Escuela Número 101. Allí, entre sus pasillos de tierra y aulas llenas de risas, había un niño al que le gustaba llamar la atención. Su nombre era Cristian, pero él se hacía llamar Cristiano Ronaldo, en homenaje a su jugador favorito.

Cristian soñaba con ser un gran futbolista como su ídolo, y cada día al salir de clase se juntaba con sus amigos para jugar al fútbol en el campo.

Un día, mientras practicaban, uno de sus amigos, Facu, le dijo.

"Che, Cristian, ¿y si vamos al torneo de fútbol del pueblo?"

Cristian se iluminó al escuchar esto.

"¡Sí! ¡Eso sería genial! Pero tenemos que entrenar mucho para poder ganar".

Desde ese momento, el grupo de amigos se comprometió a entrenar todos los días después de la escuela. Pero había un problema, el campo de juego donde solían entrenar estaba lleno de piedras y baches.

Un día, tras un intenso entrenamiento, se lastimó el tobillo al pisar una piedra.

"¡Ay! ¡Me duele!"

- gritó Cristian. Facu, preocupado, se acercó rápidamente.

"¿Estás bien?"

"Creo que sí, pero tenemos que encontrar un lugar mejor para jugar, no podemos seguir así".

Los chicos se reunieron para pensar en un plan.

"Tal vez podríamos hablar con el director de la escuela, él siempre quiere ayudar a la comunidad", sugirió Ana, una de las chicas del grupo.

Así fue como decidieron hablar con el director, el sr. González. Cuando se acercaron, Cristian, nervioso, tomó la palabra.

"Señor González, ¿podemos hablar con usted sobre el campo de fútbol?"

"Por supuesto, chicos. ¿Qué sucede?"

"Nos gustaría pedirle ayuda para arreglar el campo de juego, así podemos practicar mejor para el torneo".

"Me parece una gran idea. Voy a escribirle a la municipalidad para que nos ayuden a mejorar el lugar".

Con el apoyo del director, pronto empezaron los trabajos de mejora del campo. Cristian y sus amigos estaban emocionados.

"¡Miren! ¡Ya están poniendo césped!" - gritó Facu mientras saltaba de alegría.

"Esto va a cambiarlo todo, ahora sí que podemos entrenar bien" - afirmó Cristian.

Después de semanas de trabajo, el día del torneo llegó. Todos los niños de la escuela se vistieron con sus camisetas y fueron al campo, que ahora brillaba con su nuevo césped verde.

"Estamos listos, ¡a darlo todo!" - exclamó Ana mientras miraba a sus amigos.

La competencia estaba reñida, y cuando llegó el momento de la final, sus corazones latían rápido. En el último minuto del partido, Cristian tuvo la oportunidad de marcar el gol decisivo. Confiado, tomó impulso y disparó... ¡GOOOOL!"¡Lo hicimos! ¡Ganamos!" - celebraban todos abrazándose y saltando de alegría.

Aquel día, Cristian no solo había cumplido su sueño de jugar un torneo, sino que también aprendió que con esfuerzo, compromiso y trabajo en equipo, se pueden lograr grandes cosas.

"No solo ganamos el torneo, también mejoramos nuestro campo para todos. ¡Esto es un logro para el pueblo!" - dijo Cristian con una gran sonrisa.

Desde aquel día, en la Escuela Rural Nº 101 empezaron a organizar torneos de fútbol cada año, en los cuales los niños no solo competían, sino que también disfrutaban y podían compartir grandes momentos juntos, inspirándose unos a otros.

Cristian, ahora el héroe del pueblo, seguía soñando con ser un futbolista, pero sabía que el verdadero triunfo estaba en el esfuerzo colectivo y la amistad.

FIN.

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