Cristofer y el Profesor Empático
Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, un chico llamado Cristofer. Eraun joven lleno de energía y creatividad, pero tenía un gran problema: ¡no le gustaba seguir las normas! Desde chico, siempre hacía lo que quería, sin importar lo que dijeran los adultos o sus amigos.
Un día, cuando Cristofer llegó a la escuela, su maestra, la señora Elena, decidió hacer una nueva actividad en clase.
"Hoy vamos a hacer un mural en equipo, así que cada uno deberá aportar algo para que todos podamos disfrutarlo", anunció la señora Elena con una gran sonrisa.
Cristofer, sin pensarlo dos veces, se cruzó de brazos y dijo:
"¡Eso es un aburrimiento! Yo puedo hacerlo solo y será mucho mejor".
Los compañeros de Cristofer le miraron con preocupación. Todos querían trabajar juntos, pero sabía que Cristofer siempre se salía con la suya.
Entonces, un nuevo profesor llegó a la escuela. Era el señor Lucas, un docente joven con un estilo distinto. Tenía una forma divertida de enseñar, y a todos les encantaba. Un día, Cristofer se encontraba en el patio, dibujando en el suelo con tiza. El señor Lucas se acercó y le preguntó:
"¿Qué estás haciendo, Cristofer?"
"Estoy haciendo mi propio mural. Es mucho mejor que el de clase", contestó, aunque en el fondo sabía que se había sentido un poco solo.
"¿Pero no te parece que si trabajás con otros, podrías hacer algo aún más grande y bonito?" le preguntó el señor Lucas.
Cristofer frunció el ceño y dijo:
"No necesito ayuda de nadie".
El señor Lucas sonrió, y le dijo:
"Está bien, pero te invito a que vengas a ver el mural que están haciendo tus compañeros. Quizás te sorprenda lo que pueden lograr juntos".
Intrigado, Cristofer aceptó la invitación y caminó al aula. Al entrar, vio que sus compañeros estaban pintando el mural con hermosos colores y risas.
"¡Mirá! Esto está quedando increíble", exclamó uno de sus amigos.
Cristofer sintió un cosquilleo en su estómago.
"Pero… yo podría haberlo hecho solo", murmuro.
El señor Lucas se acercó y le dijo:
"Es cierto, pero el trabajo en equipo trae algo especial. Cada uno de nosotros tiene algo único para aportar. A veces, las mejores ideas vienen al compartirlas".
Cristofer se quedó pensando en esas palabras. Aunque todavía no estaba convencido, se dio cuenta de que se había divertido viendo el mural.
Los días pasaron, y una tarde, Cristofer se encontró solo con el señor Lucas después de clase.
"Señor, ¿qué sucede si uno no quiere seguir las normas?" preguntó, con un tono dubitativo.
"Las normas no son solo reglas. Nos ayudan a entendernos y a convivir mejor. Cuando no las seguimos, a veces podemos lastimarnos o lastimar a los demás, sin darnos cuenta" respondió el profesor, con un tono empático.
Cristofer escuchó atentamente.
"¿Y si quiero hacer las cosas a mi manera?" indagó.
"Podés hacerlo, pero quizás sea bueno hacerlo de una forma que incluya a otros. ¡Imaginá la diversión de crear algo juntos!".
Ese día, algo cambió en Cristofer. Comenzó a probar nuevas cosas en grupo, como participar en deportes y juegos. Se dio cuenta de que tenía muchas ideas que compartir, y a la vez, aprendió mucho de sus amigos.
Un día, el colegio organizó un concurso de murales. Cristofer se acercó al señor Lucas con una propuesta.
"Señor, me gustaría que hiciéramos un mural juntos con mis compañeros. Necesitamos seguir algunas normas, ¿no?"
El profesor lo miró emocionado.
"¡Eso suena increíble, Cristofer! Si todos están de acuerdo, ¡comencemos a planearlo!".
Y así fue como, junto con sus amigos y el asesoramiento del señor Lucas, Cristofer se convirtió en el líder del grupo. Juntos, pintaron un mural hermoso que representaba la amistad y la diversidad. El mural fue un gran éxito y ganó el concurso.
Al final, Cristofer se dio cuenta de que las normas no eran enemigas, sino aliadas que podían ayudarlo a alcanzar cosas maravillosas en compañía de otros.
"Gracias por ayudarme a ver las cosas de otra manera, señor Lucas" dijo Cristofer con una gran sonrisa.
"El verdadero trabajo en equipo es un arte, Cristofer. ¡Y vos tenés un gran talento para eso!", replicó Lucas.
Desde entonces, Cristofer continuó con su camino, creando y compartiendo con sus compañeros, sabiendo que a veces, seguir algunas normas puede ser la mejor forma de ser libre y feliz. Y siempre recordando lo que había aprendido de su querido profesor.
FIN.