Cuando la Tierra Llora
Érase una vez en un lugar muy especial, donde los ríos eran cristalinos y las flores bailaban con el viento. Este mágico rincón se llamaba Tierra Verde. A pesar de su belleza, algo oscuro se cernía sobre ella: la contaminación. Las fábricas de la ciudad arrojaban humo al cielo, y las botellas de plástico decoraban el suelo como si fueran adornos tristes.
Un día soleado, mientras los animales jugaban en el bosque y las aves cantaban alegres, la Tierra Verde sintió que algo no estaba bien. La contaminación afectaba no sólo a las plantas y a los animales, sino también a ella misma. Con un profundo suspiro, la Tierra comenzó a llorar. Sus lágrimas eran de colores: algunas eran azules como el agua, otras verdes como la hierba y algunas, a veces, marrones como el barro.
"¿Por qué lloras, Tierra Verde?" - preguntó un pequeño conejo llamado Pipo, al ver las lágrimas caer.
"Lloro porque estoy triste, querido Pipo. Mis ríos están sucios y mis flores no pueden crecer como antes. Cada lágrima representa un pedacito de mi dolor" - explicó la Tierra, temblando un poco.
Pipo miró alrededor y vio a sus amigos: Lila, la mariposa; Tico, el tortugo; y Roco, el ratón. Juntos, decidieron ayudar a la Tierra Verde.
"No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras la Tierra sufre" - dijo Lila con determinación.
"¡Sí! ¡Hagamos algo!" - agregó Tico, moviendo su cabeza de un lado a otro.
El grupo decidió organizar un gran encuentro en el claro del bosque y convocar a todos los animales.
"¡Atención, amigos!" - gritó Pipo, saltando emocionado. "La Tierra está triste y necesitamos ayudarla. ¡Quiero que todos se unan a mí para limpiar nuestros ríos y bosques!"
Los animales se miraron entre sí, algunos dudando, pero pronto las ansias de ayudar prevalecieron. Con palas hechas de hojas y escobas de ramas, comenzaron a recoger la basura en el bosque. Llenaron bolsas de hojas y se pusieron a limpiar y a trabajar. En el camino, conocieron a otros animales que también querían ayudar.
"¡Vamos a limpiar juntos!" - aulló un lobo amigable que se había acercado a ellos.
Pronto, cada rincón de la Tierra Verde estaba lleno de animales dispuestos a ayudar. Sin embargo, mientras limpiaban, notaron que la tarea era más difícil de lo que pensaban.
"¡Esto parece un trabajo infinito!" - exclamó Roco, un poco agotado.
"Sí, pero cada pequeña acción cuenta. Si todos hacemos un poquito, ¡podemos lograrlo!" - respondió Lila, volando de un lado a otro, motivando a sus amigos.
Entonces, Roco tuvo una idea brillante. "¿Qué les parece si hacemos un gran cartel para invitar a más animales a unirse?"
Así que, mientras unos seguían limpiando, otros empezaron a pintar hermosos carteles. Pusieron mensajes en letras grandes, como "¡La Tierra necesita tu ayuda!" y "¡Únete a la limpieza!".
A medida que los carteles se esparcían por el bosque, más y más animales se sumaron a la tarea. Las ardillas, los zorros, ¡hasta los ciervos se unieron! Todos juntos se sentaron para hacer una pausa y charlar.
"¿Cómo podemos asegurarnos de que esto no vuelva a pasar?" - preguntó Tico, mientras saboreaba unas hojas frescas.
Fue entonces que una sabia tortuga que había estado observando se acercó.
"Es importante seguir cuidando nuestra Tierra. Podemos hacer una promesa de no tirar basura más y también enseñar a los seres humanos a cuidar su entorno" - sugirió.
Todos estuvieron de acuerdo, y así, decidieron organizar un día de la Tierra donde invitarían a los humanos a ver su trabajo y aprender.
En el gran día, se llenaron de entusiasmo. Trajeron a los humanos al bosque, y les mostraron los carteles, les hablaron de la limpieza que habían hecho y de lo importante que era cuidar la naturaleza. Sorprendidos, los humanos prometieron ayudar y, desde ese día, juntos empezaron a cuidar y amar a la Tierra Verde.
Las lágrimas de la Tierra se transformaron en ríos más limpios y flores que volvían a brotar.
"¡Gracias a todos!" - dijo la Tierra, esta vez con una voz alegre. "No solo me han hecho sentir mejor, sino que han hecho de este lugar un hogar maravilloso nuevamente".
Desde entonces, la Tierra Verde no volvió a llorar, porque cada ser que la habitaba la cuidaba y la protegía, recordando que la belleza exterior dependía de sus acciones en conjunto. Y así, todos juntos, los animales y los humanos vivieron en un lugar hermoso y armonioso, cuidando siempre de su preciada Tierra Verde.
FIN.