Cuatlicue y el misterio de la Tierra
En un pequeño pueblo en las laderas de una montaña verde y brillante, vivía una niña llamada Suri. Suri era curiosa y siempre estaba explorando la naturaleza a su alrededor. Un día, mientras jugaba cerca de un arroyo, encontró una extraña piedra que brillaba intensamente bajo el sol. "¿Qué será esto?"- se preguntó.
De repente, la piedra comenzó a brillar aún más y, como si tuviera vida propia, se transformó en una figura mágica: ¡Era Cuatlicue, la Diosa de la Tierra!"Hola, pequeña Suri. He estado observando tu amor por la naturaleza. Pero hay algo que te quiero mostrar"-, dijo Cuatlicue, mientras su falda de serpientes se movía suavemente como si estuvieran vivas.
Suri, fascinada, respondió: "¡Sí! Quiero verlo todo. ¿Qué es?"-
Cuatlicue sonrió y levantó su mano. En un instante, Suri se encontró en un lugar mágico donde los árboles hablaban, las flores cantaban y todo era un festín de colores.
"Este es mi reino, la Tierra. Cada elemento tiene una historia, una misión. Pero ahora estoy preocupada, Suri. Algunas criaturas han olvidado cuidar de su hogar y eso está perjudicando todo lo que hay aquí"-, explicó Cuatlicue, con tono serio.
Suri, inquieta, le preguntó: "¿Cómo puedo ayudar?"-
La diosa le mostró un camino lleno de aventuras. Juntas atravesaron bosques donde los pájaros les contaban sobre la contaminación. En un lago, peces tristes les decían que sus hogares estaban siendo destruidos. "Aquí vivimos todos juntos. Si uno sufre, todos sufrimos,"- les dijo Cuatlicue.
"Yo quiero ayudar a mis amigos del lago!"-, exclamó Suri. Cuatlicue le respondió:
"Entonces, debemos ir a hablar con la gente del pueblo. Ellos son los que pueden cambiar las cosas"-.
Regresaron al pueblo y Suri, con el apoyo de Cuatlicue, organizó un encuentro con todos los niños. "¡Amigos! Los animales y plantas necesitan que cuidemos nuestro entorno!"- llamó Suri, con la energía que le dio la diosa. Los chicos escucharon intrigados.
"¿Qué podemos hacer?"- preguntó un amigo. Suri, recordando lo que había aprendido, propuso:
"Podemos plantar más árboles, limpiar el arroyo y cuidar de cada pequeña criatura que vive aquí"-.
Los niños se entusiasmaron y, guiados por Cuatlicue en espíritu, comenzaron un gran proyecto. Cada fin de semana, se reunían para plantar árboles y recoger basura de los alrededores.
Los días pasaron rápido y, junto con el trabajo duro y el amor que le pusieron, el pueblo comenzó a cambiar. El arroyo volvió a brillar, los pájaros regresaron y los animales ya no se veían tristes.
Un día, Cuatlicue volvió para ver los resultados. "¡Estoy muy orgullosa de ustedes! Lo que han logrado es admirable"-, dijo, mientras las serpientes de su falda danzaban alegres.
Suri sonrió, pero había algo más en su corazón. "Cuatlicue, ¿podemos seguir trabajando juntos para que esto no vuelva a pasar?"-
"Claro, querida Suri, lo más importante es que el amor por la Tierra nunca se apague. Siempre estaré con ustedes, pero dependerá de ustedes cuidar este hermoso hogar"-, respondió la diosa.
Así, Suri y sus amigos continuaron protegiendo la naturaleza, aprendiendo de cada planta y animal, y siempre recordando el mensaje de Cuatlicue: el cuidado de la Tierra es un trabajo en equipo, y todos tienen un papel que desempeñar. A partir de entonces, los niños crecieron sintiéndose responsables, generando conciencia en su comunidad y convirtiéndose en verdaderos guardianes de su hogar.
Y así termina la historia de Suri, Cuatlicue y el maravilloso misterio de la Tierra, recordándonos que cuando trabajamos juntos, podemos hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.