Cuentos mágicos en la sala de 4 años
Había una vez en un pequeño colegio, una sala de 4 años llena de magia y diversión. En esa sala, la Seño Sil se encargaba de enseñar a 18 niñas y niños llenos de energía y curiosidad.
Cada día, la Seño Sil les contaba historias maravillosas sobre princesas valientes, animales fantásticos y lugares mágicos. Los pequeños se sumergían en esos relatos con los ojos brillantes y las sonrisas radiantes. Pero hoy era un día especial.
Era el último día de clases antes de las vacaciones y también significaba una despedida para algunos de los niños que pasarían a otra sala al año siguiente.
La Seño Sil sabía que sería difícil decir adiós, pero estaba decidida a hacerlo divertido e inolvidable. Por la mañana temprano, todos los niños llegaron a clase emocionados por lo que les esperaba ese día. La Seño Sil tenía preparadas muchas actividades especiales para ellos.
Comenzaron la jornada con juegos al aire libre, donde reían y corrían sin parar. Después del recreo, todos se sentaron en círculo mientras la Seño Sil les entregaba unos papeles coloridos. "Hoy vamos a crear nuestro propio cuento", anunció con entusiasmo.
Cada uno debía dibujar un personaje y contarle a sus compañeros qué poderes mágicos tenía. Los niños dejaron volar su imaginación mientras dibujaban hadas con alas brillantes, dragones gigantes con fuego en su boca e incluso unicornios saltando entre arcoíris.
Luego compartieron sus historias entre risas y aplausos. Después del almuerzo, la Seño Sil les mostró una caja llena de materiales para manualidades. "Vamos a hacer un regalo especial para recordar este día", dijo con una sonrisa.
Los niños se pusieron manos a la obra, creando pulseras de cuentas y collares coloridos. Mientras trabajaban en sus creaciones, los pequeños compartían anécdotas y recuerdos divertidos de todo el año.
La sala se llenaba de risas y alegría, pero también había un poco de nostalgia en el aire. Al terminar las manualidades, la Seño Sil organizó una pequeña fiesta sorpresa para despedir a los niños que pasarían a otra sala al año siguiente.
Había globos, música y hasta una piñata llena de caramelos. Los niños disfrutaron cada momento de esa fiesta mágica. Rieron, bailaron y se divirtieron como nunca antes. Pero llegó el momento inevitable: la hora de decir adiós.
La Seño Sil reunió a todos los niños en un gran abrazo grupal. "Recuerden siempre lo maravillosos que son", les dijo con voz emocionada. "Cada uno tiene su propia magia dentro". Los pequeños asintieron con tristeza pero también con determinación en sus ojos.
Sabían que aunque debían separarse por ahora, siempre llevarían consigo los aprendizajes y las risas compartidas en esa sala mágica. Con lágrimas en los ojos pero también con corazones llenos de gratitud, se despidieron entre abrazos cálidos y palabras llenas de cariño.
Y así fue como aquel último día en la sala de 4 años de la Seño Sil se convirtió en un recuerdo inolvidable para todos los niños. Un día lleno de magia, sonrisas, aprendizajes y creaciones que nunca olvidarían.
Y aunque el tiempo pasara y cada uno siguiera su camino, siempre llevarían consigo la valiosa lección de la Seño Sil: que cada despedida es también una oportunidad para dar paso a nuevos comienzos llenos de aventuras y más momentos mágicos por descubrir.
FIN.