Cuerpos Intercambiados
Había una vez una madrastra llamada Laura que tenía un corazón de hielo y no se llevaba bien con su hijastro, Bruno, de 6 años. Siempre le pedía que hiciera cosas imposibles para su edad y lo regañaba constantemente.
Un día, mientras estaban en el parque, algo extraño sucedió. Laura y Bruno chocaron al mismo tiempo con una pelota de fútbol y de repente intercambiaron cuerpos.
La madrastra estaba en el cuerpo del niño y el niño estaba en el cuerpo de la madrastra. Al principio, ambos estaban muy asustados por lo que había pasado pero luego comenzaron a comprenderse mejor.
Bruno pudo ver cómo era ser adulto y tener responsabilidades mientras que Laura experimentó cómo era ser un niño pequeño e inocente. Durante los siguientes días, ellos intentaron buscar la manera de volver a sus cuerpos originales pero sin éxito alguno. Entonces decidieron hacer lo mejor posible con la situación actual.
Laura aprendió mucho sobre paciencia al estar en el cuerpo de un niño pequeño. Comenzó a entender las necesidades emocionales del pequeño Bruno y se dio cuenta de cuánto amor necesitaba él para crecer felizmente.
Bruno también aprendió mucho sobre la importancia del trabajo duro al estar en el cuerpo de su madrastra. Aprendió a hacer las tareas domésticas como cocinar, limpiar la casa e incluso cuidar al gato.
Conforme pasaba el tiempo, ambos comenzaron a disfrutar sus nuevos roles; Laura jugando con los amigos del colegio del pequeño Bruno mientras este último ayudaba a su madre en casa como si fuera un adulto responsable.
Finalmente encontraron la manera de volver a sus cuerpos originales y cuando lo hicieron, ambos se dieron cuenta de cuánto habían aprendido el uno del otro. Laura dejó atrás su corazón de hielo y comenzó a tratar mejor a Bruno, mientras que él comenzó a apreciar más las tareas del hogar y ayudar en casa.
De esta forma, aprendieron que no importa la edad o la posición social, siempre hay algo nuevo que aprender de los demás. Y así vivieron felices para siempre.
FIN.