¡Cuidado con el Voltaje!
En un tranquilo barrio de Buenos Aires, vivía Oscar, un electricista conocido por todos. Era un hombre precavido y cuidadoso, siempre llevando consigo todas las herramientas necesarias para cualquier trabajo. Un día, recibió una llamada para hacer la instalación eléctrica de una casa nueva.
"¡Qué lindas casas están construyendo por acá!" pensó Oscar, mientras subía a su escalera, listo para conectar los interruptores y las lámparas. Su mente estaba llena de tranquilidad y concentración. Pero justo cuando estaba a punto de conectar el último cable, oyó un sonido familiar: ¡su alicate había caído al suelo!"¡Ay, no!" exclamó Oscar, mientras trataba de mantener el equilibrio. La alegría de la nueva casa lo había distraído.
Al inclinarse para recoger su herramienta, su mano rozó el cable de electricidad. En un instante, sintió una fuerte descarga y, por un momento, pensó que se iba a caer de la escalera. "¡Cuidado, Oscar! ¡Concéntrate!" se dijo a sí mismo, mientras se aferraba con fuerza a la escalera.
Bajó rápidamente y se sentó en el suelo, recuperando el aliento. "Nunca hay que distraerse al trabajar con electricidad", reflexionó Oscar. Solo entonces, se dio cuenta de que había olvidado la regla más importante que siempre le decía a los aprendices: "La seguridad es primero".
Recordó que tenía que asegurarse de que todo estaba desconectado antes de empezar a trabajar. "¡Es hora de ser un poco más cuidadoso!", pensó. Entonces, decidió hacer una pausa, respirar hondo y recordar por qué amaba su trabajo.
Mientras se sentaba a un lado, vio a un grupo de niños jugando en la calle. Se acercó, y uno de ellos, Lucas, le preguntó:
"- ¿Por qué te ves tan preocupado, señor Oscar?"
"- Mirá, Lucas, estoy bien. Pero aprendí una lección hoy. La electricidad es muy poderosa y hay que respetarla. Siempre hay que tener cuidado. Además, nunca hay que distraerse cuando hacemos algo importante. ¿Entendés?"
"- Sí, señor Oscar. Siempre hay que prestar atención. Mis papás dicen eso todo el tiempo!" dijo Lucas con una sonrisa.
Ese intercambio le dio a Oscar un nuevo enfoque. Decidió que no solo quería asegurarse de estar a salvo, sino que también quería compartir su conocimiento. Así que, antes de volver a su trabajo, unió a los niños y comenzó a explicarles cómo funcionaba la electricidad.
"- La electricidad puede hacer cosas maravillosas, como encender luces, pero también es muy peligrosa", comenzó Oscar. "Siempre debemos ser responsables cuando tratamos con ella. Y si alguna vez no estamos seguros, debemos preguntar a un adulto. ¡Así siempre estaremos a salvo!"
Los niños escuchaban con atención, y al terminar, Lucas exclamó: "- ¡Yo quiero ser electricista como vos!"
Oscar sonrío, sintiéndose inspirado y motivado. Regresó a la casa, rodeado del aliento de los niños, y se puso a trabajar nuevamente. Esta vez, mucho más concentrado. Cada vez que había una distracción, recordaba aquella sonrisa de Lucas y la importancia de ser responsable.
Finalmente, al encender la luz de la última lámpara, Oscar sintió una profunda satisfacción. Había hecho un buen trabajo y además, había enseñado algo importante. Los niños lo aplaudieron desde la vereda.
"- ¡Bien hecho, Oscar!" gritaron emocionados.
Él, alzando el pulgar en señal de triunfo, les respondió: "- ¡Recuerden, siempre cuiden de su seguridad! Y si se convierten en electricistas, ¡hagan el trabajo con amor y responsabilidad!"
Oscar aprendió que aunque un pequeño descuido puede causar un gran susto, lo más importante es aprender de las experiencias. Desde ese día, no solo instaló electricidad en casas, sino que también enseñó a todos sobre la importancia de la seguridad. Y así, Esa fue su pequeña gran historia, en la que un electricista, un alicate y un grupo de niños cambiaron la perspectiva sobre el trabajo en equipo, la responsabilidad y el aprendizaje de la seguridad.
FIN.