Cuidado con los Mensajes
Era un día brillante en el barrio donde vivían Ana y Lila, dos amigas inseparables. Decidieron pasar la tarde filmando divertidos videos para sus redes sociales. Ambas eran muy creativas y siempre encontraban nuevas formas de entretenerse.
- ¡Ana! ¿Y si hacemos un reto de baile? - sugirió Lila emocionada.
- ¡Sí! Eso suena genial, vamos a hacerlo - respondió Ana, moviendo los brazos al ritmo de la música.
Mientras grababan, comenzaron a recibir comentarios de sus seguidores. La mayoría eran simpáticos, pero había uno que se hacía notar: un mensaje de un usuario que se hacía llamar "Don Richie".
- Mirá este comentario - le dijo Ana a Lila, señalando la pantalla de su celular.
- No sé, suena raro - respondió Lila con una mueca de preocupación. - ¿Por qué querría un hombre mayor hablar con nosotras?
Al principio decidieron ignorar al misterioso Don Richie, pero el interés inicial de curiosidad pronto se convirtió en inquietud cuando empezaron a recibir mensajes directos.
- Hola chicas, ¿cómo están? - decía en su primer mensaje.
- Es un placer conocer a jóvenes creadoras.
Las niñas se miraron preocupadas.
- ¿Qué hacemos? - preguntó Lila, su voz temblando un poco.
- No lo sé, pero no me gusta esto - contestó Ana, frunciendo el ceño.
Luego de un par de mensajes más entusiastas, decidieron que era hora de hablar con sus mamás. Al llegar a casa, se encontraron con Susana, la mamá de Ana, en la cocina.
- ¡Mamá! - gritaron en coro.
- ¿Qué pasa, chicas? Se las escucha muy alteradas - dijo Susana, poniendo atención inmediata en el rostro preocupado de sus hijas.
- Recibimos unos mensajes raros de un hombre mayor... se llama Don Richie - contestó Ana, aún temblando.
Susana se acercó a ellas, inclinándose para escuchar mejor.
- Chicas, debo decirles que es muy importante tener cuidado con a quién hablan en las redes - les explicó con tono sereno. - En este mundo hay gente buena, pero también hay personas malas que pueden intentar aprovecharse de los demás.
- Pero, ¿qué vamos a hacer? - preguntó Lila, preocupada. - ¿Podríamos reportarlo?
- ¡Exacto! - respondió Susana. - Primero, vamos a mostrarme los mensajes y luego haremos lo que se tenga que hacer. Además, siempre es mejor contarle a un adulto de confianza.
Las pequeñas se sintieron aliviadas al saber que tenían a su mamá de su lado. Juntas, revisaron los mensajes y, decididas, reportaron la cuenta de Don Richie.
- Esto no es solo para protegerlas, también para ayudar a que otras personas no pasen por lo mismo - les dijo Susana.
Al día siguiente, Ana y Lila decidieron seguir creando contenido, pero esta vez con una lección aprendida.
- Vamos a hacer un video sobre la seguridad en las redes - sugirió Lila.
- ¡Sí! Podemos contar nuestra experiencia y animar a otros a tener cuidado - respondió Ana, iluminándose entusiasmada.
Grabaron un divertido video en el que hablaban de la importancia de no hablar con extraños y siempre contarles a un adulto si algo les hacía sentir incómodas. Con una canción pegajosa y un par de coreografías, no solo se divirtieron, sino que también compartieron un mensaje valioso.
Estaban ansiosas por ver los comentarios de sus seguidores. Al rato, comenzaron a llegar mensajes positivos y en apoyo a su iniciativa.
- ¡Chicas, son unas capos! - escribió un seguidor.
- Gracias por avisarnos, lo compartiré con mis amigos.
Ana y Lila saltaron de alegría. Se sentían empoderadas por haber transformado una situación incómoda en una oportunidad para ayudar a otros.
- ¿Ves, Lila? A veces, lo peor puede convertirse en algo bueno - dijo Ana, abrazando a su mejor amiga.
- Sí, y ahora podemos recordar siempre que también podemos hacer una diferencia - tocó Lila contenta.
Desde entonces, las niñas se convirtieron en defensoras de la seguridad en línea, creando más contenidos educativos y entretenidos sobre el uso responsable de las redes. De esta manera, no solo aprendieron a cuidarse, sino también a cuidar de los demás.
Así, dos valientes pequeñas transformaron su miedo en valentía para ayudar a quienes las seguían.
FIN.