Cuido mi cuerpo en Navidad
Era una vez en un pequeño pueblo llamado Dulcelandia, donde la Navidad se celebraba con mucha alegría, música y, sobre todo, ¡mucha comida rica! Cada año, los habitantes del pueblo preparaban una gran fiesta con deliciosos platos y dulces que hacían las delicias de todos.
Una niña llamada Sofía esperaba con ansias la llegada de la Navidad. Sin embargo, este año tenía un objetivo especial: quería disfrutar de la fiesta y al mismo tiempo cuidar de su cuerpo.
- ¡Mamá! -exclamó Sofía un día mientras ayudaba a su mamá a hacer las compras para la fiesta-. Este año quiero hacer algo diferente. Quiero comer rico, pero también quiero cuidar mi cuerpo. ¿Podemos elegir opciones saludables?
- ¡Qué buena idea, Sofía! -respondió su mamá con una sonrisa-. Podemos incluir muchas frutas y verduras en nuestro menú navideño.
Sofía se sintió emocionada y, juntas, empezaron a pensar en los platillos que podrían preparar. Pensaron en ensaladas coloridas, brochetas de frutas y postres con yogur y frutos secos.
El día de la fiesta llegó, y Sofía trabajó junto a su mamá en la cocina, llenando la casa de aromas deliciosos. Sin embargo, al ver la mesa decorada, Sofía notó que había muchos platillos muy grasosos y azucarados.
- ¡Mirá eso, mami! -dijo Sofía señalando la mesa-. Hay demasiadas cosas poco saludables. No creo que pueda resistir la tentación.
- Haré algo -Sugirió su mamá-. ¿Qué te parece si hacemos una mesa especial con las opciones saludables que preparamos? ¡Podemos decorarla hermosa y así todos querrán probarla!
Sofía sonrió y, con la ayuda de su mamá, prepararon una mesa llena de ensaladas, frutas y snacks saludables, y la decoraron con luces y guirnaldas.
Cuando la fiesta comenzó, los amigos y familiares llegaron, y Sofía estaba emocionada. Cada vez que alguien se acercaba a la mesa de los platos saludables, ella decía:
- ¡Prueben esto! ¡Es una ensalada de frutas con un dip de yogur delicioso!
Al principio, algunos de sus amigos miraban con desconfianza la mesa saludable, pero empujados por la curiosidad, decidieron probar.
- ¡Estás loca, Sofía! Yo solo quiero torta -decía Lucho, un amigo de la escuela.
- Pero esta ensalada es fresca y sabrosa. ¡Dale una oportunidad! -insistió ella animadamente.
Lucho, divertido, tomó un cucharón y probó. Su cara se iluminó de sorpresa.
- ¡Está buenísima! -exclamó-. Nunca pensé que una ensalada pudiera ser tan rica.
Ese fue el detonante. Poco a poco, los demás comenzaron a acercarse a la mesa de Sofía y a disfrutar de los deliciosos platillos que había preparado.
La fiesta continuó con música, baile y risas. Cuando llegó el momento de los postres, Sofía se sintió satisfecha de haber compartido su idea con todos. Su mamá preparó un postre especial, con yogur, miel y frutas frescas que todos disfrutaron.
- Sofía, ¡esto es increíble! -dijo Clara, otra amiga-. Nunca pensé que cuidar nuestra salud pudiera ser tan divertido.
- Esto es solo el comienzo. ¿Qué les parece si organizamos un club de recetas saludables después de la Navidad? -propuso Sofía con una sonrisa.
A todos les encantó la idea y empezaron a hablar sobre recetas que podían compartir y probar juntos. Así, aquel año, Sofía no solo se divirtió cuidando su cuerpo, sino que también inspiró a todos sus amigos a hacerlo.
La noche terminó con un gran baile donde todos, felices y satisfechos, celebraron la Navidad de una manera especial.
Desde entonces, cada Navidad en Dulcelandia se celebró con salud y alegría. Sofía y sus amigos aprendieron que cuidar su cuerpo no significaba renunciar a la diversión, sino que podían tener ambas cosas al mismo tiempo: comer rico y sentirse bien.
¡Y así, la tradición de una Navidad saludable se fue esparciendo por todo el pueblo!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.