Cumbres de Esperanza
Era un hermoso día en la Cumbre Nacional del Clima, donde criaturas de todos los rincones del país se reunían para compartir sus historias y aprender unos de otros. En un rincón soleado, se encontraban Javier el jaguar, Carey la tortuga y Fill el oso de antojos.
"¡Hola, amigos!" - saludó Javier, mostrando su elegante pelaje con orgullo. "Hoy quiero contarles sobre la vez que corrí tan rápido que el viento no pudo seguirme. Era un tiempo donde el bosque era espeso y lleno de vida."
"Eso suena increíble, Javier!" - dijo Fill, que ya se había acomodado en la hierba, mientras degustaba un par de mieles de flores. "Yo recuerdo cuando los ríos estaban llenos de peces saltarines y las mañanas eran mágicas con el canto de las aves."
Carey, con su tranquilidad característica, dijo:
"Mis abuelos solían llevarme a nadar en un lago azul donde las flores crecían en cada salpicadura. Eso fue antes de que la gente comenzara a tirar basura y el agua se contaminara. Pero debemos contar estas historias para que no se olvide lo que perdimos."
Javier, levantando su voz, añadió:
"Exacto, Carey. Pero no todo está perdido. Podemos trabajar juntos. Imaginen si cada uno de nosotros hiciera algo pequeño para cuidar nuestra casa."
Fill, moviendo su pancita llena de miel, preguntó intrigado:
"¿Qué podemos hacer? Yo soy solo un oso con antojos. No tengo mucho poder."
"¡No digas eso, Fill!" - exclamó Javier. "Cada uno de nosotros tiene un papel. Por ejemplo, tú puedes ayudar a los niños a hacer jardines en sus casas. Plantar flores y árboles pequeños ayuda a la fauna. Es algo simple pero poderoso."
Carey sonrió, añadiendo:
"Y yo puedo enseñar a los niños a cuidar las tortugas, hacer refugios y saber cómo no lastimar a los animales. Cada tortuguita que podamos salvar es un paso hacia la recuperación."
De pronto, un ruido resonó desde el fondo, un grupo de pájaros alarmados voló y una pequeña ardilla se acercó rápidamente.
"¡Javito, Carey, Fill! La fábrica de papel cerca del río está a punto de abrir. Están contaminando nuestro hogar."
Javier, Carey y Fill se miraron preocupados.
"¿Qué podemos hacer? No podemos dejar que eso suceda," - afirmó Javier decidido. "Debemos actuar."
Fill, lleno de energía nueva, propuso:
"Organicemos una gran reunión aquí mismo. Convocaremos a todos los animales y humanos del bosque. Haremos una protesta pacífica para pedir que se detenga la fábrica."
Carey asintió con la cabeza.
"Sí, y también escribiremos una carta a los niños de las escuelas para que nos ayuden a difundir el mensaje. Ellos son el futuro y juntos somos más fuertes."
Así, los tres amigos se pusieron en marcha. La cumbre vibró con la energía de los animales que se unían a su causa. Cuando llegó el momento de la reunión, la plaza estaba llena de criaturas. Con los corazones palpitantes, Javier se subió a una roca y comenzó a hablar:
"Queridos amigos, estamos aquí porque nuestro hogar, la naturaleza, nos necesita. La contaminación está dañando nuestros ríos y bosques. Necesitamos hacer oír nuestras voces. ¡Juntos podemos ser el cambio!"
Con lágrimas en los ojos y bravura en el corazón, Carey se unió:
"Cada gota de agua, cada hoja, cada canción que cantamos tiene un lugar en este mundo. Debemos cuidarlo como cuidamos de nosotros mismos."
La multitud vibró de entusiasmo, y Fill emocionado gritó:
"¡Sí! Todos juntos, ¡podemos hacer la diferencia! A cuidar la Tierra y hacer que nuestra voz resuene en cada rincón."
La noticia del encuentro se esparció, atrajo la atención de los humanos que se encontraban alrededor y los medios de comunicación cubrieron la historia. Gracias a la unión de todos los animales y el apoyo de las personas, la fábrica finalmente fue detenida. La población se unió para limpiar el río y replantar árboles.
Al final del día, mientras se ponía el sol, Javier, Carey y Fill se sentaron juntos en la cima de una montaña, mirando su hogar recuperarse lentamente.
"Esta fue solo una batalla, pero nuestra lucha sigue, ¿verdad?" - dijo Javier, orgulloso de lo que habían logrado.
"Sí, porque cada pequeña acción cuenta, y juntos siempre seremos más fuertes," - añadió Fill sonriendo.
"¡A seguir cuidando nuestro hogar!" - concluyó Carey, dándole un toque de su pata en señal de unidad.
Y así, los tres amigos siguieron su camino, compartiendo historias y semillas de esperanza por todos los rincones del bosque, porque cuidar de la Tierra era una tarea que nunca podía terminar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.