Daddy y el valiente perro Pirotecnio



Había llegado el último día del año y toda mi familia estaba emocionada por la gran reunión que íbamos a tener para despedir el año viejo.

Todos estábamos muy felices, pero había alguien en casa que no se sentía igual de contento: ¡mi perrito Daddy! Daddy era un perrito muy juguetón y cariñoso, pero también era muy miedoso. Desde pequeño, los ruidos fuertes le asustaban mucho y los juegos pirotécnicos eran su mayor temor.

En nuestra vecindad, la mayoría de las familias lanzaban fuegos artificiales para celebrar la llegada del nuevo año. Cuando empezaron a sonar los primeros petardos, Daddy se escondió debajo de mi cama y comenzó a llorar desconsoladamente.

Nos acercamos a él para consolarlo, pero parecía que nada podía calmar su miedo. "Tranquilo, Daddy", le dije mientras lo abrazaba con ternura. "Voy a encontrar una manera de ayudarte". Me puse a pensar qué podríamos hacer para que Daddy se sintiera mejor.

Entonces recordé algo: hace poco había aprendido sobre cómo ayudar a los animales con miedo en una revista educativa. Decidí poner en práctica lo aprendido y comencé por crear un espacio seguro para Daddy dentro de casa.

Armé una especie de refugio con mantas y cojines en un rincón tranquilo donde pudiera sentirse protegido. "Aquí tienes tu lugar especial, Daddy", le dije mientras lo llevaba al refugio improvisado. "Aquí estarás más tranquilo".

Además, encendí la televisión y puse una música suave para distraerlo de los ruidos de afuera. También cerré todas las ventanas y cortinas para reducir el sonido de los fuegos artificiales.

"¡Mira, Daddy! Tenemos tu canción favorita", le dije emocionado mientras buscaba una melodía relajante en mi celular. Poco a poco, Daddy comenzó a calmarse. Sus llantos se fueron apagando y sus temblores disminuyeron. Parecía que mi plan estaba funcionando.

Sin embargo, justo cuando pensaba que todo estaba resuelto, escuchamos un fuerte estallido desde fuera. Era un cohete realmente estruendoso que hizo saltar a Daddy del refugio. "¡Oh no! ¡Daddy está más asustado que nunca!", exclamó mi hermano con preocupación.

Me sentí desanimado por un momento, pero no me iba a rendir tan fácilmente. Tenía que encontrar otra solución para ayudar a Daddy a superar su miedo. Entonces recordé algo más: en la revista también habían mencionado técnicas de relajación como la respiración profunda y el masaje suave.

Decidí probarlas con Daddy. Me senté junto a él en el suelo y comencé a respirar profundamente mientras acariciaba su pelaje con movimientos lentos y tranquilizadores. Le transmití toda mi calma y amor hacia él.

"Respira profundo, Daddy", le susurré al oído mientras seguía acariciándolo. "Todo va a estar bien". Para sorpresa nuestra, poco a poco Daddy comenzó a imitar mis respiraciones y se fue relajando.

Sus ojos dejaron de estar llenos de miedo y su cuerpo dejó de temblar. "¡Mira, está funcionando!", exclamé emocionado. A medida que pasaba el tiempo, los juegos pirotécnicos continuaban afuera, pero Daddy ya no lloraba ni se escondía debajo de la cama.

Había encontrado una forma de lidiar con su miedo gracias a nuestra paciencia y amor. Esa noche, mientras todos celebrábamos la llegada del nuevo año, también celebramos el coraje y la valentía de Daddy.

Aprendimos que cada uno tiene sus propios miedos y que juntos podemos encontrar soluciones para superarlos. Desde ese día en adelante, siempre estuvimos ahí para apoyar a Daddy cuando tenía miedo. Y él aprendió a confiar en nosotros sabiendo que nunca lo dejaríamos solo.

Y así, nuestra familia descubrió que el amor y la comprensión pueden ayudarnos a enfrentar cualquier desafío que se nos presente.

FIN.

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