Damián y el poder de la amistad



Había una vez un hermoso y amigable dragón llamado Damián. A diferencia de los demás dragones, a Damián no le gustaba asustar a la gente ni hacerles daño, su mayor deseo era jugar y divertirse con todos.

Un día, mientras volaba por el bosque encantado, Damián escuchó risas y voces emocionadas provenientes de un pequeño pueblo cercano. Siguiendo el sonido, llegó a una plaza donde los niños estaban jugando al escondite.

Damián se acercó con cautela para observar el juego. Los niños quedaron sorprendidos al ver al enorme dragón pero en lugar de asustarse, comenzaron a reír y aplaudir emocionados. - ¡Wow! ¡Un dragón amigable! -exclamó Tomás, uno de los niños del pueblo-.

¿Quieres jugar con nosotros? Damián asintió emocionado y se unió al juego del escondite. Pero debido a su gran tamaño, era difícil que alguien lo encontrara. Sin embargo, eso no importaba porque todos se estaban divirtiendo mucho.

Pasaron las horas y Damián se dio cuenta de que podía utilizar sus habilidades especiales para hacer aún más entretenido el juego. Decidió usar su fuego para crear luces multicolores que iluminaran el cielo nocturno mientras los niños buscaban sus escondites secretos.

Los habitantes del pueblo quedaron maravillados por la creatividad y generosidad de Damián.

Pronto empezaron a organizar juegos diferentes cada vez que él aparecía por allí: carreras en las nubes, saltos sobre charcos de agua y hasta construyeron un tobogán gigante en la colina para que Damián pudiera deslizarse. Damián se sentía feliz porque había encontrado su lugar en el mundo. No era necesario ser como los demás dragones, él podía ser único y especial a su manera.

Además, había descubierto que cuando juegas con otros, puedes hacer amigos y crear momentos inolvidables. Sin embargo, la felicidad de Damián se vio amenazada cuando un malvado mago llamado Malacus llegó al pueblo.

El mago estaba enfurecido porque creía que todos los dragones debían ser feroces y temibles. - ¡Debo acabar con ese dragón amigable! -exclamó Malacus mientras lanzaba hechizos oscuros hacia Damián. El valiente dragón esquivaba los ataques del mago mientras protegía a sus amigos del pueblo.

Pero el poder de Malacus era fuerte y cada vez resultaba más difícil para Damián resistir. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, los niños del pueblo utilizaron su ingenio para distraer al malvado mago.

Corrieron por todas partes lanzando serpentinas, globos y juguetes mientras gritaban:- ¡No toques a nuestro amigo! ¡Damián es especial! La distracción fue suficiente para que Damián recuperara fuerzas y pudiera enfrentarse directamente a Malacus.

Con un último rugido lleno de coraje, el dragón logró derrotar al malvado mago y enviarlo lejos del bosque encantado. Los habitantes del pueblo vitorearon emocionados mientras abrazaban a su querido amigo Damián.

Todos se dieron cuenta de que, a pesar de ser diferentes, podían trabajar juntos para proteger lo que amaban y crear un mundo lleno de alegría y diversión. Desde aquel día, Damián continuó siendo el dragón juguetón del bosque encantado.

Cada vez que volaba por los cielos, dejaba una estela brillante en forma de corazón como símbolo de amistad y esperanza para todos. Y así, esta historia nos enseña que no importa cómo seamos o qué esperen los demás de nosotros.

Lo importante es ser fieles a nosotros mismos, seguir nuestros sueños y siempre recordar la importancia del juego y la amistad en nuestras vidas.

FIN.

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