Dana y el Secreto del Arcoíris



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, una niña llamada Dana. Dana era una niña muy alegre, siempre con una sonrisa en el rostro y un brillo especial en sus ojos.

Lo que más le gustaba hacer en el mundo era mirar el arcoíris como si fuera la flor más hermosa del jardín.

Un día, mientras paseaba por el campo, Dana se encontró con una mariposa de colores brillantes que revoloteaba alegremente entre las flores. La mariposa parecía llevar consigo un mensaje mágico, así que Dana decidió seguirla. La mariposa la llevó a través de un bosque encantado donde los árboles susurraban secretos al viento y los pájaros cantaban melodías misteriosas.

Finalmente, llegaron a un claro donde un hada anciana las esperaba. "¡Bienvenida, querida Dana! Veo que eres una niña especial, llena de alegría y amor por la naturaleza", dijo el hada con voz suave.

Dana se sintió emocionada de conocer al hada y escuchar sus palabras tan amables. El hada le contó que para encontrar la verdadera magia del arcoíris, debía emprender un viaje hacia lo desconocido y superar tres pruebas desafiantes.

La primera prueba consistía en encontrar la piedra preciosa escondida en lo más profundo de la cueva oscura. Sin dudarlo, Dana entró valientemente en la cueva y con ayuda de su linterna logró encontrar la piedra brillante entre las sombras.

La segunda prueba requería que escalara la montaña más alta del reino para tocar las nubes con sus propias manos. A pesar del cansancio y el frío, Dana siguió adelante hasta llegar a la cima donde tocó las suaves nubes blancas que acariciaban el cielo.

Finalmente, la tercera prueba era cruzar el río caudaloso sin temor alguno. Con determinación, Dana se lanzó al agua y nadó con fuerza hacia la otra orilla enfrentando corrientes turbulentas y peligros inesperados.

Al completar las tres pruebas exitosamente, Dana regresó al claro donde el hada anciana la esperaba con una sonrisa radiante. "¡Felicidades, querida Dana! Has demostrado tener un corazón valiente y puro digno de descubrir la verdadera magia del arcoíris".

Entonces, el hada extendió su mano hacia el cielo y pronunció unas palabras mágicas. En ese instante, todo el claro se llenó de colores vibrantes mientras un arcoíris gigante aparecía ante los ojos asombrados de Dana.

Desde ese día en adelante, cada vez que Dana miraba al arcoíris recordaba las pruebas superadas y sentía en su corazón la magia especial que había descubierto gracias a su valentía y amor por la naturaleza.

Y así, continuaba siendo una niña alegre que veía cada arcoíris como si fuera la flor más hermosa del jardín.

FIN.

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