Daniel y la Pelota Terrorífica
Era un día soleado en el barrio, y todos los chicos estaban jugando en el parque. Entre ellos estaba Daniel, un niño lleno de energía y siempre listo para una nueva aventura. Hoy, Daniel tenía una idea: jugar a la pelota.
"-¡Vamos a jugar, chicos!" -gritó Daniel, emocionado.
"-¡Sí! Pero, ¿con qué pelota?" -preguntó su amiga Sofía.
"-Tengo una pelota nueva, la traje de mi casa. ¡Vengan!" -respondió Daniel, feliz.
Daniel sacó de su mochila una pelota brillante que había encontrado en el desván de su abuelo. Era de un color oscuro, con extrañas marcas que parecían ojos.
"-¿No les parece un poco rara?" -dijo Lucas, observando la pelota con escepticismo.
"-No, ¡es genial!" -exclamó Daniel, mientras la lanzaba al aire. Pero, en ese momento, algo extraño ocurrió. La pelota empezó a rodar sola, ¡sin que nadie la tocara!"-¡Miren!" -gritó Sofía, señalando la pelota que se alejaba cada vez más.
"-Espera, ¡vuelve aquí!" -Daniel corrió tras ella. Los demás lo siguieron, riendo y gritando, pensando que era parte del juego. Pero cuanto más corrían, más rápido parecía ir la pelota. Al final, se detuvo abruptamente frente a un viejo árbol en el parque, que daba sombra y tenía un tronco cubierto de extrañas marcas.
"-Esto es raro, chicos..." -dijo Lucas, mirando con temor.
"-¿Y si la pelota está embrujada?" -se atrevió a sugerir Sofía.
"-Es solo una pelota, no puede estar embrujada. Vamos, sigamos jugando", dijo Daniel tratando de disimular el nerviosismo que empezaba a sentir. Pero cuando se acercaron, la pelota rugió como un animal.
"-¿Qué fue eso?" -gritó Sofía, asustada.
"-¡Es la pelota! ¡Se volvió espeluznante!" -dijo Daniel, retrocediendo un paso.
"-Tal vez deberíamos dejarla aquí..." -sugirió Lucas.
Pero Daniel se sintió desafiante, "-Es solo una pelota. Voy a tocarla." Con cuidado, se acercó y, al tocar la pelota, sintió una corriente de energía recorriendo su brazo, ¡como si estuviera despertando algo!"-¡Oh no! ¡Daniel, haz algo!" -gritó Sofía, mientras la pelota empezó a levitar y brillaba intensamente.
De repente, de la pelota comenzaron a salir colores y formas que giraban y danzaban en el aire.
"-¡Miren! No es terrorífica, ¡es mágica!" -dijo Daniel sorprendido. Todos observaron cómo la pelota creador ilusiones de distintos lugares y seres del mundo.
"-¿De verdad?" -preguntó Lucas, con más curiosidad que miedo.
"-Sí, miren todo lo que puede hacer. ¡Es un espectáculo!" -gritó Sofía, mientras varias figuras danzantes salían de la pelota y les mostraban escenas de alegría y aventuras.
Daniel, con su nuevo interés por la magia de la pelota, tuvo una idea brillante. "-¿Y si hacemos un espectáculo para todos?" Propuso.
Después de un rato, decidieron reunir a más chicos del barrio. Todos disfrutaron del increíble espectáculo que la pelota mágica podía ofrecer. Saltos, colores, y muchas risas llenaron el parque.
Al final, Daniel entendió que aunque algo pueda parecer horrible o espeluznante al principio, a veces es solo una cuestión de perspectiva.
"-A veces hay que atreverse a mirar más allá de lo que parece malo para encontrar algo bueno!" -dijo, con una gran sonrisa.
Y así, la pelota, que al principio parecía aterradora, se convirtió en el centro de la diversión y la amistad en el barrio. Ahora, cada vez que Daniel mira esa pelota, recuerda que la valentía es el primer paso para descubrir la magia que cada cosa puede ofrecer.
Y a partir de entonces, nunca volvió a temer a lo desconocido, porque siempre había una oportunidad escondida detrás de un situación que se veía espeluznante. ¡Fin!
FIN.