Dante y el Lago Renacido
Había una vez un niño llamado Dante que vivía en un pequeño pueblo junto a su mamá, papá y sus tíos.
A Dante le encantaba la naturaleza y siempre soñaba con pasar un día de pesca junto a su familia. Un sábado por la mañana, Dante se levantó emocionado y les propuso a sus padres y tíos ir a pescar juntos.
Todos estuvieron de acuerdo, así que prepararon todo lo necesario para disfrutar de un divertido día al aire libre. Llegaron al lago temprano por la mañana, con sus cañas de pescar y cestas para guardar los peces que atraparan. Se sentaron en el muelle y comenzaron a lanzar sus anzuelos al agua.
Pasaban las horas y todos estaban muy animados compartiendo risas y anécdotas mientras esperaban pacientemente a que algún pez picara el anzuelo. De repente, Dante sintió algo tirando fuertemente de su línea.
Estaba tan emocionado que casi se cae del muelle intentando sacar el pez del agua. -¡Mamá! ¡Papá! ¡Tíos! ¡He atrapado uno! -gritó emocionado mientras luchaba por mantenerse firme. Todos corrieron hacia él para ayudarlo. Juntos lograron sacar el pez del agua y quedaron asombrados por lo grande que era.
-Dante, ¡has atrapado un verdadero tesoro! -exclamó su papá orgulloso-. Pero recuerda siempre devolverlo al agua después de admirarlo. Dante siguió ese consejo y cuidadosamente soltó el pez de vuelta al lago.
Estaba feliz de haber tenido la oportunidad de verlo de cerca y saber que seguiría viviendo en su hogar. El día continuó y todos siguieron pescando, pero esta vez Dante decidió poner en práctica algo nuevo que había aprendido en la escuela.
Comenzó a reagarrar los desechos que encontraba a su alrededor y los colocaba en una bolsa para desecharlos adecuadamente luego. -¿Qué estás haciendo, Dante? -preguntó su mamá curiosa. -Estoy cuidando el lago, mamá.
Si todos dejamos basura aquí, no será un lugar bonito para pescar -respondió él con determinación. Todos se sintieron orgullosos del gesto de Dante y decidieron unirse a él en la limpieza del lago.
Juntos recolectaron todo tipo de desperdicios y los depositaron correctamente en las bolsas destinadas para ello. Al final del día, cuando se disponían a regresar a casa, miraron hacia atrás y vieron cómo el lago lucía mucho más limpio gracias a sus esfuerzos conjuntos.
-Dante, hoy hemos aprendido algo muy importante -dijo uno de sus tíos-. No solo debemos disfrutar de la naturaleza, sino también cuidarla y protegerla para que otros puedan disfrutarla también. Dante sonrió con alegría mientras asentía con la cabeza.
Había pasado un día maravilloso junto a su familia, pero lo más importante era haber aprendido el valor del respeto por el medio ambiente. Desde ese día, Dante se convirtió en un defensor incansable del cuidado de la naturaleza.
Cada vez que salía de paseo, llevaba consigo una bolsa para reagarrar la basura que encontrara y siempre compartía con los demás la importancia de mantener limpios nuestros espacios naturales.
Y así, gracias a Dante y su familia, el lago se convirtió en un lugar aún más hermoso donde todos podían disfrutar de la pesca y de la naturaleza en armonía.
FIN.