Dante y los mariposos mágicos



Había una vez un pequeño demonio llamado Dante, que vivía en el inframundo. A diferencia de los demás demonios, a Dante no le gustaba asustar a la gente ni causar problemas.

En cambio, le encantaba observar y aprender sobre el mundo humano. Un día, mientras paseaba por los campos del inframundo, Dante vio un hermoso jardín lleno de mariposas multicolores revoloteando entre las flores. Quedó maravillado por su belleza y decidió acercarse para estudiarlas más de cerca.

Dante se convirtió en un experto legista de mariposas y comenzó a documentar todo lo que aprendía sobre ellas. Descubrió que cada mariposa tenía patrones únicos en sus alas y que eran criaturas muy delicadas y frágiles.

Un día, mientras Dante seguía estudiando las mariposas, vio a un grupo de niños jugando cerca del jardín. Uno de ellos tropezó y cayó al suelo, derramando accidentalmente un paquete de arroz que llevaba consigo.

Los perros callejeros del vecindario rápidamente se acercaron al olor del arroz derramado y comenzaron a pelearse por él. Los niños trataron de separarlos sin éxito, lo cual preocupó mucho a Dante.

Decidido a ayudar, Dante invocó su magia demoníaca para calmar la pelea entre los perros. Creó una barrera invisible que los separaba y así logró detener la lucha. Los niños quedaron sorprendidos al ver cómo el pequeño demonio había solucionado el problema sin hacer daño a los perros.

Se acercaron a Dante y le preguntaron cómo lo había logrado. Dante les explicó que no todos los demonios eran malvados, y que él prefería usar su conocimiento para ayudar en lugar de asustar.

Les contó sobre su pasión por las mariposas y cómo aprendió a respetar la fragilidad de todas las criaturas vivientes. Los niños quedaron fascinados con la historia de Dante y decidieron convertirse en sus aprendices.

Juntos, crearon un refugio para los perros callejeros, donde pudieran encontrar comida, agua y cariño. Dante siguió estudiando las mariposas y enseñándoles a los niños todo lo que sabía. Pronto se convirtieron en expertos legistas como él, documentando cada especie con amor y cuidado.

Con el tiempo, el pequeño jardín del inframundo se convirtió en un lugar lleno de vida y alegría. Las mariposas revoloteaban libremente entre las flores, mientras los perros jugaban felices en su refugio.

La historia de Dante nos enseña que no debemos juzgar a alguien por su apariencia o naturaleza. Todos tenemos habilidades únicas que podemos utilizar para hacer el bien en el mundo.

A veces solo necesitamos un poco de valentía para mostrar nuestro verdadero yo y marcar la diferencia en la vida de otros seres vivos.

FIN.

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