Dara y el Mundo Maravilloso



En un rincón acogedor de una casa, vivía una perrita llamada Dara. Era una perra pequeña, de pelaje suave y ojos curiosos que siempre miraban con asombro. Pero había algo especial en ella: Dara nunca había salido de su casa. Desde que llegó a la familia, había pasado cada día jugando con sus juguetes, mirando por la ventana y disfrutando de los mimos de su dueña, una niña llamada Lula.

Un soleado día, mientras Dara miraba por la ventana, vio algo que hizo que su carita se iluminara. "¡Mirá, Lula! ¡Un pájaro que vuela!"- exclamó, moviendo su colita con entusiasmo. Lula, con una sonrisa en el rostro, respondió: "Sí, Dara. El mundo afuera es increíble. Podríamos salir un día y ver todo lo que hay por descubrir".-

Dara sintió una punzada de curiosidad pero, al mismo tiempo, un miedo se apoderó de ella. Nunca había estado afuera y no sabía qué esperar. Esa noche, mientras soñaba, su mente creó imágenes de prados verdes y flores de colores.

Al día siguiente, Lula decidió que era hora de una aventura. "¡Dara! Hoy vamos a salir a explorar. ¡Prepárate!"- dijo animadamente. Dara, con el corazón acelerado, contestó: "Pero, Lula, ¿y si me asusto?"-

"No te preocupes. Te prometo que estaré contigo. Solo hay que dar un pasito a la vez"-, le aseguró Lula. Con un suave hilo de valentía, Dara aceptó ir al patio trasero. La puerta se abrió y, por primera vez, el aire fresco llenó sus pulmones.

Las hierbas parecían tan altas como Dara y el cielo era de un azul brillante. "¡Mirá esos colores!"-, exclamó Lula mientras tomaba a Dara con fuerza. Pero la perra, al ver un insecto volador, dio un salto y comenzó a ladrar. "¡Es extraño! ¿Qué es eso?"-

"Es solo una mariposa, Dara. Ven, se mueven por el aire. No muerden, ¡son hermosas!"- explicó Lula. Dara, aunque algo temerosa, decidió seguir su instinto y se acercó. Pronto, el miedo se transformó en asombro. Vio cómo la mariposa danzaba en el aire y, con un movimiento delicado, sintió su presencia alegre.

Las horas pasaron volando. Dara descubrió una caja llena de juguetes, un arroyo burbujeante y el suave roce de la hierba en sus patas. "¡Esto es maravilloso, Lula!"- aulló con entusiasmo. Sin embargo, lo que Dara no sabía era que el sol comenzaba a ocultarse y pronto tendrían que volver a casa.

"No quiero volver", dijo Dara, mirando los colores del atardecer. "¿Por qué no podemos quedarnos para siempre en el mundo de afuera?"-

"Porque este lugar también se me hizo especial a mí, pero el hogar nos espera. Hay días para explorar y días para descansar"-, repetía Lula mientras acariciaba a su amiga.

Un denso manto de nubes cubrió el horizonte, y una pequeña brisa apareció. De repente, Dara se sintió un poco nerviosa. "¿Y si me pierdo?"- preguntó con un tono temeroso.

Lula, comprendiendo su preocupación, le dijo: "Nunca podrías perderte porque siempre estamos juntas. Aquí hay cosas nuevas, pero también, siempre está el camino de regreso a casa"-.

Al final del día, Dara miró a su alrededor y vio un mundo lleno de historias y magia, pero también valoró el calor y la seguridad de su hogar. Así, con un corazón feliz, dio un paso atrás hacia la puerta. La vida afuera era emocionante, pero lo que más valoraba en su vida era el amor que tenía en casa.

Desde ese día, Dara pasó mucho más tiempo explorando el exterior, siempre acompañada de su fiel amiga Lula. Aprendió que el mundo era vasto y maravilloso, pero su verdadero refugio era donde estaban juntas. Juntas compartieron un sinfín de aventuras, y la curiosidad de Dara nunca dejó de crecer.

Así, la pequeña perrita que nunca había salido de casa se convirtió en la mejor exploradora que el jardín había conocido, todo gracias al amor y al coraje de dar el primer paso hacia lo desconocido.

FIN.

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