David, el niño de pies grandes



En un pequeño pueblo donde la naturaleza y la amistad florecían, vivía un niño llamado David. David era un poco más alto que los otros niños de su edad, y sus pies también eran bastante grandes. Esto le había traído algunas risas y bromas por parte de sus compañeros del colegio, pero David no dejaba que eso lo frenara.

Un día, mientras jugaba al fútbol en la plaza del barrio, David escuchó a su amigo Lucas quejándose.

"No puedo encontrar a mi perro, Sparky. Se escapó y no sé dónde buscarlo" - decía Lucas con preocupación.

David, queriendo ayudar, se acercó a su amigo.

"¡No te preocupes, Lucas! Yo puedo ayudar a buscarlo. Mis patas grandes me permiten ver mejor desde lo alto!" - exclamó David con una sonrisa.

Ambos comenzaron a buscar por el barrio, David subía a los bancos del parque y miraba por encima de las casas.

"¡Allí!" - gritó David, apuntando hacia un grupo de árboles cercanos. "Creo que lo vi pasar por allí!"

Los amigos corrieron hacia el lugar y, después de unos minutos de búsqueda, encontraron a Sparky jugueteando con una pelota.

"¡Sparky!" - exclamó Lucas, lleno de alegría. "Gracias, David, sos un gran amigo."

David sonrió, satisfecho de haber ayudado. Pero al volver a la plaza, escuchó nuevamente a otros chicos riendo.

"Mirá a David, ¡parece un gigante con esos pies!" - dijo una niña.

David sintió un pequeño nudo en el estómago, pero decidió que no dejaría que eso lo afectara.

"¡Esos 'pies gigantes' me ayudan a caminar por el campo y escalar árboles!" - dijo David, alzando la cabeza con seguridad. "¡Puedo ver el mundo desde arriba!"

Al oír esto, varios niños se acercaron.

"¿De verdad? ¿Podés mostrarnos?"

David, animado por la idea, propuso organizar una aventura.

"¡Hagamos una expedición! Vamos a la colina más alta y desde allí podremos ver todo el pueblo. ¡Y traeremos refrigerios!"

Todos los chicos aceptaron entusiasmados y se pusieron a planificar la salida. El día del paseo, se reunieron en la plaza, llenos de energía. David lideraba el grupo con entusiasmo, señalando el camino.

Después de caminar un rato, llegaron al pie de la colina. Era más alto de lo que se habían imaginado, pero David, con su altura y piernas largas, subió rápido.

"¡Vengan, chicos! Es más fácil de lo que parece!"

A medida que subían, David contaba historias sobre aventuras que había vivido en aquel barrio.

"Cuando hace viento, me gusta mirar cómo vuelan las hojas. A veces se puede ver hasta el río, ¡es hermoso!"

Al llegar a la cima, todos quedaron maravillados.

"¡Guau! ¡Es increíble!" - dijeron los chicos, mirando a su alrededor.

"¡Gracias por traernos, David!" - dijeron algunos, notando que su mirada había cambiado.

Al final del día, David se dio cuenta de que su altura no era un defecto, sino una ventaja.

"A veces, lo que nos hace diferentes puede ser lo que nos hace especiales" - reflexionó, sonriendo a sus nuevos amigos.

Desde ese día, sus compañeros empezaron a mirarlo con admiración en lugar de burlas. Así, David se convirtió en un referente para los demás, mostrando que ser diferente es una gran fortaleza.

FIN.

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