David y el cachorro perdido
Había una vez un joven explorador llamado David, que soñaba con visitar el Parque Nacional El Pauma.
Había escuchado historias sobre la belleza de sus paisajes, la diversidad de su flora y fauna, y las aventuras que aguardaban a quienes se animaban a recorrerlo. Un día, David decidió emprender su viaje hacia el Parque Nacional El Pauma. Preparó su mochila con todo lo necesario: agua, comida, una brújula y un mapa.
Estaba emocionado por la aventura que le esperaba. Al llegar al parque, quedó maravillado por la inmensidad de sus bosques verdes y los sonidos de la naturaleza que lo rodeaban. Se adentró en el sendero principal, siguiendo las indicaciones del mapa.
- ¡Qué hermoso es este lugar! -exclamó David maravillado. Mientras caminaba entre árboles centenarios y escuchaba el canto de los pájaros, David divisó a lo lejos una cascada imponente. Decidió seguir el camino que lo llevaría hasta ella.
Sin embargo, en su camino se encontró con un pequeño puma cachorro que parecía perdido. El animalito miraba a David con ojos asustados y maullaba débilmente. - ¿Estás perdido, amiguito? -preguntó David acercándose con cuidado al cachorro puma. El puma parecía necesitar ayuda.
David recordó haber leído sobre cómo actuar en situaciones como esa en sus libros de supervivencia en la naturaleza. Decidió cargar al cachorro en brazos y llevarlo consigo mientras buscaba a su madre.
Siguiendo las huellas dejadas por el pequeño puma, David llegó hasta una cueva donde encontró a la madre del cachorro preocupada y alerta. - Parece que tu hijo se extravió -dijo David mostrando al cachorro puma a su madre-. Lo encontré cerca de la cascada.
La madre del puma observó agradecida a David y comprendió que él solo quería ayudar. Con un rugido suave llamó al cachorro para reunirse con él nuevamente.
- ¡Gracias por traerme de vuelta a mi hijo! Eres valiente y bondadoso -dijo la mamá puma mirando a David con gratitud en sus ojos felinos. Con lágrimas en los ojos por haber podido ayudar a aquellos animales tan majestuosos, David continuó su camino hacia la cascada.
Al llegar allí se detuvo maravillado ante tanta belleza natural: el agua cristalina caía desde lo alto formando un arco iris bajo el sol brillante del mediodía.
Se sentó junto a la cascada sintiendo cómo las gotas frescas salpicaban su rostro y cerrando los ojos para disfrutar plenamente del momento mágico que estaba viviendo. En ese instante supo que había tomado la decisión correcta al emprender aquella aventura hacia el Parque Nacional El Pauma.
Al regresar a casa, lleno de experiencias inolvidables grabadas en su corazón, David compartió con todos sus amigos cómo había salvado al cachorro puma y encontrado paz y conexión con la naturaleza en aquel mágico lugar.
Y así fue como aquel viaje transformador enseñaría no solo a david sino también aquellos quienes escucharon l historia, la importancia del respeto hacia los animales salvajes, la valentia ante situaciones inesperadas, y sobre todo, el amor por nuestro planeta tierra.
FIN.