David y el desafío del alambre de púas



Había una vez un albañil llamado David que vivía en un pintoresco pueblo rodeado de montañas y árboles altos. Era conocido por su habilidad para construir cosas, y siempre estaba listo para enfrentar nuevos desafíos. Un día, decidió que quería cerrar un área rectangular de su terreno para que sus hijos pudieran jugar sin preocuparse por los animales salvajes que rondaban por la zona.

"¡Este lugar sería perfecto para un campo de juegos!" - exclamó David con entusiasmo mientras miraba el terreno.

David sabía que el largo de su terreno era de 30 metros y que ese largo era el doble de su ancho. Con su mente ágil, comenzó a calcular cuántos metros tendría el ancho.

"Si el largo es 30, el ancho debe ser 15 metros..." - se dijo a sí mismo, recordando que el área de un rectángulo se calcula multiplicando el largo por el ancho.

Con esa información, David se dio cuenta de que el área podía confirmarse también, ya que 30 metros por 15 metros daba exactamente 450 metros cuadrados, lo que resultaba un poco menos que 10400 metros cuadrados.

"Hmm, parece que me he confundido con los números..." - pensó David, un poco frustrado, mientras miraba las notas que había escrito en su cuaderno. Hasta ese momento, había cometido un error en cuanto al tamaño de su terreno.

El albañil salió a caminar por el campo buscando inspiración y, después de meditar un rato, pensó que tal vez debería hacer un terreno más grande.

"Si quiero crear algo especial, quizás debería pensar en un nuevo diseño y construir un terreno de 80 metros de largo por 130 metros de ancho" - murmuró.

Para cerrar esta área con alambre de púas, necesitaba rodearla con el alambre. Entonces, decidió que lo primero que debía hacer era calcular el perímetro.

"El perímetro se calcula sumando todos los lados, así que será 2 veces el largo más 2 veces el ancho. En este caso, sería 2 (80) + 2 (130)" - decía David mientras remarcaba los números en su libreta.

"Eso son... 320 metros de alambre para un perímetro" - dijo, y al recordar que el alambre de púas debía pasar sobre los postes anclados tres veces, sabía que debía multiplicar esa cifra por tres.

"Un total de 960 metros de alambre del grueso que necesito para cercar mi terreno – finalmente se sintió satisfecho- ahora ya puedo salir a comprarlo".

David se dirigió a la ferretería local, donde conocía a todos y cada uno de los empleados.

"Hola, Luis! Necesito comprar alambre de púas para cercar un terreno grande. " - dijo David, limpiándose las manos con su trapo.

"¿Cuánto necesitas, David?" - preguntó Luis mientras revisaba su lista de precios.

"Voy a necesitar 960 metros" - respondió seguro de sí mismo.

Luis se quedó sorprendido.

"¡Esa es una gran cantidad! Pero por suerte aquí tenemos lo que necesites. ¿Vas a construir algo especial?" - inquirió el ferretero.

David no pudo evitar sonreír.

"¡Sí! Va a ser un parque de juegos para mis hijos, quiero que tengan un lugar seguro para jugar y también quiero que sea un área donde puedan disfrutar al aire libre!" - respondió lleno de entusiasmo.

Con el alambre de púas en su camión, David regresó a casa. Así empezó su proyecto. Trabajó incansablemente, haciendo hoyos, colocando postes y asegurando el alambre en su lugar. Cada vez que terminaba una sección, sus hijos venían a verlo con curiosidad.

"¡Papá, ven a jugar!" - gritaban. Pero él sabía que una vez que terminara, sería el momento de compartir ese espacio especial con ellos.

Después de unos días de arduo trabajo, el parque estaba listo. David se sintió orgulloso de su obra. La tarde del día siguiente, invitó a sus amigos y familiares a la gran inauguración del parque.

"Bienvenidos a nuestro nuevo parque para que jueguen mis hijos!" - anunció con una enorme sonrisa, mientras abría las puertas del cercado.

Todos aplaudieron contentos y se lanzaron a disfrutar de los juegos. David vio a sus hijos correr y reírse felices, y sintió que todo su esfuerzo había valido la pena.

Y así, David no solo construyó un espacio seguro para sus hijos, sino que también se dio cuenta de que con dedicación y un poco de ingenio, podía lograr cualquier cosa que se propusiera. Y todos se sintieron inspirados por su historia.

"Vamos a construir más cosas juntos, papá!" - gritaron los niños, llenando a David de un inmenso orgullo y felicidad.

Y así, juntos, continuaron creando el parque más divertido del pueblo.

FIN.

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