David y el gigante de Serrucho
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Serrucho, un niño llamado David. David era muy valiente y siempre estaba buscando aventuras emocionantes.
Un día, mientras caminaba por el mercado del pueblo, escuchó un gran alboroto que provenía de la plaza principal. Curioso, David se acercó corriendo para ver qué sucedía. Cuando llegó a la plaza, vio a todos los habitantes del pueblo agrupados alrededor de una figura gigante.
Era Goliag, el temible gigante que venía a desafiar al pueblo a un duelo. Goliag era enorme y tenía una voz tan fuerte que hacía temblar las ventanas de las casas cercanas. Todos los habitantes estaban asustados y nadie se atrevía a enfrentarse a él.
Pero David no podía quedarse con los brazos cruzados viendo cómo el miedo dominaba a su pueblo. Decidió dar un paso adelante y ofrecerse voluntario para luchar contra Goliag.
La gente se sorprendió ante la audacia de David y trataron de disuadirlo: "¡No puedes enfrentarte a Goliag! ¡Es demasiado peligroso!", decían preocupados. Pero David estaba decidido: "No puedo permitir que nuestro pueblo viva con miedo. Si nadie más va a enfrentarlo, lo haré yo".
Así fue como David se preparó para el gran enfrentamiento contra Goliag. Se puso una armadura hecha con latas viejas y tomó su honda, la cual había practicado usar desde muy pequeño. El día del duelo finalmente llegó.
La plaza estaba abarrotada de gente que esperaba ansiosa el resultado.
Goliag se burlaba de David, diciendo: "¿Crees que puedes derrotarme, pequeño niño? ¡Soy invencible!"David no se dejó intimidar y respondió con valentía: "No importa lo grande que seas, lo importante es la fuerza y el coraje que llevas dentro". El duelo comenzó y Goliag lanzó una roca enorme hacia David. Pero gracias a su destreza con la honda, David logró esquivarla.
"¡Eso fue solo un golpe de suerte!", exclamó Goliag enfadado. Lanzó otra roca aún más grande, pero David nuevamente la evitó hábilmente. Los habitantes del pueblo comenzaron a animar a David mientras él continuaba esquivando los ataques de Goliag. Finalmente, llegó el momento decisivo.
David tomó una piedra pequeña y la colocó en su honda. Con toda su fuerza y precisión, lanzó la piedra directo hacia el gigante. La piedra voladora golpeó a Goliag justo en la frente y lo hizo caer al suelo.
La multitud estalló en vítores mientras David se acercaba triunfante al gigante derrotado. En lugar de sentirse victorioso, David sintió compasión por Goliag. "Has sido valiente", dijo David mientras ayudaba a levantarse al gigante caído.
"Pero debes aprender que el poder no está solo en tu tamaño o fuerza física, sino también en cómo usas tus habilidades para hacer el bien". Goliag miraba sorprendido a aquel niño que lo había derrotado y reflexionó sobre las palabras de David.
A partir de ese momento, Goliag decidió cambiar su actitud y utilizar su fuerza para ayudar a los demás en lugar de asustarlos.
David se convirtió en un héroe del pueblo y enseñó a todos que el valor y la determinación pueden superar cualquier obstáculo, sin importar cuán grande sea. Desde aquel día, Serrucho vivió en paz y la valentía de David fue recordada por generaciones.
FIN.