David y los superhéroes generosos
Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un niño llamado David. A David le encantaba comer chorizo y siempre soñaba con correr tan rápido como sus superhéroes favoritos, Miles Morales y Dash.
Siempre que podía, se reunía con ellos para jugar y divertirse juntos. Un día soleado, mientras estaban en el parque jugando al fútbol, David notó algo delicioso olor a galletas recién horneadas que venía de la casa de su vecina Doña Rosa.
Sin pensarlo dos veces, los tres amigos corrieron hacia allí y encontraron a Doña Rosa sacando las galletas del horno. "- ¡Hola Doña Rosa! ¿Nos permitiría probar esas maravillosas galletas?", preguntó David con una sonrisa traviesa.
Doña Rosa les dio permiso y les ofreció un plato lleno de galletitas recién horneadas. Pero aquí empezaron los problemas: los tres amigos querían todas las galletas solo para ellos.
"- Yo quiero todas las galletas", dijo David mientras agarraba el plato sin dejar espacio para que los demás pudieran tomar alguna. "- ¡Hey! No es justo, también queremos disfrutarlas", protestó Miles Morales. Dash asintió con la cabeza y agregó: "- Sí, David. Es mejor compartir nuestras cosas".
David no entendía por qué tenía que compartir cuando él era el dueño del chorizo más rico de todo el barrio y nadie se lo pedía prestado.
Pero después de pensar un poco sobre lo que dijeron sus amigos, decidió darles a cada uno una sola galleta. A medida que comían las galletas, David se dio cuenta de que la felicidad no solo venía de comer muchas cosas para sí mismo, sino también de compartir momentos especiales con los demás.
Al día siguiente, David invitó a Miles Morales y Dash a su casa. Prepararon un picnic en el jardín y cada uno trajo algo para compartir: David había preparado chorizo, Miles Morales llevó unas empanadas y Dash hizo una ensalada fresca.
Mientras disfrutaban del picnic juntos, David comprendió lo maravilloso que era compartir cosas con sus amigos. No solo tenían una variedad de alimentos deliciosos para disfrutar, sino que también reían y se divertían mucho más cuando estaban todos juntos.
Desde ese día en adelante, David aprendió a compartir no solo sus galletas o su comida favorita, sino también su tiempo y su alegría con los demás.
Se convirtió en un niño generoso y comprensivo que siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos.
Y así, gracias al poder de la amistad y la importancia de compartir, David descubrió que ser como sus superhéroes favoritos no significaba correr rápido o tener poderes especiales, sino tener un corazón grande y generoso. Desde entonces, David disfrutó tanto del chorizo como de las carreras junto a Miles Morales y Dash. Juntos formaron un equipo imparable donde compartían risas, aventuras emocionantes ¡y por supuesto muchas galletitas!
FIN.