Dayanna y el Jardín Secreto



Había una vez una niña de siete años llamada **Dayanna**, que amaba explorar. Un día, mientras jugaba en su jardín, encontró una **pequeña puerta** cubierta de musgo. ¡Era del tamaño de una caja de zapatos! Curiosa y emocionada, Dayanna se acercó y la tocó suavemente.

- “¿Qué habrá detrás de esta puerta tan extraña? ” - se preguntó, mirando a su alrededor.

Decidida, empujó la puerta, que chirrió suavemente. Al abrirla, se encontró con un jardín mágico lleno de flores de colores brillantes que nunca había visto antes. Las mariposas danzaban alegres en el aire, y los árboles parecían susurrar secretos entre ellos.

- “¡Es impresionante! ” - exclamó Dayanna, dando un paso dentro del jardín secreto.

Justo entonces, se le acercó un pequeño duende de orejas puntiagudas y ojos chispeantes.

- “Hola, niña valiente. Soy Brilo, el guardián de este jardín. Muy pocos han llegado aquí. ¿Qué deseas? ” - le preguntó con una sonrisa.

- “Quiero descubrir todos los secretos de este lugar. ¡Es hermoso! ” - contestó Dayanna, llena de entusiasmo.

Brilo sonrió y le mostró un camino sinuoso que conducía a un arroyo que brillaba como estrellas en la noche. Mientras caminaban, Dayanna miraba fascinada palomas que llevaban flores a sus pequeños nidos y ardillas que jugaban en las ramas de los árboles.

- “¿Puedo ayudar de alguna manera? ” - inquirió Dayanna después de un rato.

- “Claro, necesitamos recolectar semillas especiales para que las plantas mágicas sigan creciendo. ¿Te gustaría ayudarnos? ” - le dijo Brilo, señalando un grupo de flores que parecían brillar un poco más.

Juntas, comenzaron a recoger semillas y a hablar sobre su día a día. Dayanna le contó sobre la escuela y sus amigos, mientras Brilo le hablaba de cómo cada planta en el jardín tenía una historia que contar.

- “Es como nosotros, cada uno tiene su propia historia” - reflexionó Dayanna, con la mirada en las flores.

Pasaron horas en el jardín, llenándose de felicidad y descubriendo cosas nuevas. Cuando llegó la hora de irse, Dayanna sintió tristeza.

- “¿Volveré a verte, Brilo? ” - preguntó.

- “Siempre estaremos aquí en el Jardín Secreto. Vuelve cuando quieras, pero recuerda, cuida de la naturaleza dondequiera que vayas.” - respondió el duende con una sonrisa.

Dayanna prometió volver y, mientras cerraba la pequeña puerta, sintió que había aprendido una lección valiosa. La naturaleza era un tesoro que debía ser protegido, no solo en el jardín mágico, sino también en su propio hogar.

Desde aquel día, Dayanna llevó consigo la curiosidad y el entusiasmo por la exploración, siempre con un compromiso firme hacia el cuidado del mundo que la rodeaba. Con cada visita al Jardín Secreto, descubría más sobre la importancia de cuidar las plantas, respetar a los animales y apreciar cada pequeño rincón de la naturaleza.

La historia de Dayanna y Brilo se convirtió en un susurro en el jardín, y bien sabía que un día, aquellos que se aventuraran a explorar, también encontrarían magia en los lugares más inesperados.

FIN.

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