De Argentina a Chile



Era una mañana soleada en Buenos Aires cuando la familia Pérez decidió que era el momento perfecto para un viaje. Papá, mamá, y los dos hermanos, Tomás y Valentina, estaban muy emocionados porque iban a cruzar la frontera hacia Chile.

"¡Hurra! Más aventura por delante!" gritó Valentina, dando saltos en el living.

"Sí, y también mucha diversión, Valen. Vamos a conocer nuevos lugares y hacer nuevos amigos" agregó Tomás con una sonrisa amplia.

Después de unos días de preparativos, compraron pasajes en colectivo y avión. La primera parte del viaje sería en colectivo desde Buenos Aires hasta Mendoza. Mientras esperaban en la terminal, mamá les entregó un mapa de la ruta.

"Miren, aquí estamos en Buenos Aires y aquí," dijo mamá señalando, "está Mendoza, donde vamos a parar antes de continuar hacia Chile."

Los hermanos se sentaron cerca de la ventana del colectivo, observando cómo las calles se convertían en campos verdes y montañas. Durante el camino, compartieron historias sobre lo que esperaban encontrar en el nuevo país.

"Quiero probar el pastel de choclo y ver la cordillera de los Andes", comentó Tomás.

"Yo quiero ver pingüinos y comer porque no puedo esperar a probar la comida chilena," dijo Valentina.

Cuando llegaron a Mendoza, fueron recibidos por las majestuosas montañas. Papá les mostró fotografías antiguas de cuando él era pequeño y visitó esa misma región.

"Aquí había un río, y solíamos nadar en el verano", recordó emocionado.

"¿Podemos ir a ver el río?" preguntó Valentina.

Así que, al día siguiente, decidieron visitar el río. Jugaban felices, aventureros y entretenidos en la orilla, cuando de repente… ¡Valentina se resbaló y cayó al agua!

Con un grito, Tomás corrió hacia ella.

"¡Valen, estás bien! No te preocupes, yo te ayudo!"

Mamá y papá llegaron corriendo, pero Valentina salió riéndose.

"¡Fue genial! Me siento como un pez."

"Eso es lo que te pasa por jugar tan cerca del agua, pequeña exploradora," dijo papá, riendo también.

Después de un día lleno de diversión, los Pérez continuaron su viaje al día siguiente, esta vez en avión hacia Santiago. Todos estaban emocionados por estar en las nubes. Tomás miraba por la ventana con asombro, mientras Valentina se imaginaba que estaba en una nave espacial.

"¡Mirá las nubes! Son como algodones de azúcar,” dijo mientras señalaba.

"Sí, y allá abajo, las montañas parecen pequeñas,” contestó Tomás.

Cuando llegaron a Santiago, la ciudad les dio la bienvenida con su bullicio y colores vibrantes. Lo primero que hicieron fue visitar un famoso mercado.

"¡Miren todas las frutas! Quiero probar una de esas," dijo Valentina mirando unos bonitos duraznos.

Mientras disfrutaban de una deliciosa comida en un restaurante, escucharon a un grupo de niños jugando en el parque cercano. Sin pensarlo, Valentina y Tomás corrieron hacia ellos.

"¡Hola! somos de Argentina. ¿Pueden jugar con nosotros?" preguntó Valentina.

Los niños, que eran de Chile, sonrieron y aceptaron. Jugaron a la pelota, riendo y compartiendo historias de sus países. Se hicieron amigos rápidamente y hicieron un pacto para visitar sus casas algún día.

"¡Prometamos que el próximo año vamos a Argentina!" dijo uno de los niños chilenos.

"Y nosotros vendremos a Chile de nuevo!" respondió Tomás.

Así, los días pasaron llenos de risas, juegos, y descubrimientos. Un día, decidieron dar un paseo por la costa. Allí, en el océano, encontraron unas piedras muy bonitas. Valentina hizo una colección y le prometió a cada amigo chileno que les traería algunas piedras a Argentina de vuelta.

Pero llegó el día de regreso, y los Pérez empacaron sus recuerdos, risas, y unas cuantas piedras en el bolso de Valentina.

"¿Qué fue lo más divertido de Chile?" preguntó papá en el avión de regreso.

"¡Conocer a nuestros nuevos amigos!" exclamaron juntos Tomás y Valentina.

Cuando aterrizaron en Buenos Aires, estaban contentos, pero también un poco tristes por despedirse de sus nuevos amigos. Sin embargo, sabían que cada aventura vale la pena y siempre tienen la oportunidad de volver a verse.

"A veces el viaje más bonito es el camino en sí y las personas que conocemos," reflexionó mamá.

"¡Sí! Y siempre llevaremos en nuestro corazón y recuerdos esta travesía!" concluyó Tomás con una gran sonrisa.

Y así, la familia Pérez volvió a casa con los corazones llenos de historias, amistad y la promesa de nuevas aventuras por venir.

FIN.

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