De Excursión



Era un día soleado cuando Luna, con sus grandes ojos curiosos, se encontraba en su habitación, organizando sus libros y juguetes. Su amigo Coco, un niño travieso que no paraba de hablar, había llegado a visitarla. Mientras charlaban, Coco lanzó una idea brillante:

"¿Por qué no hacemos una excursión al bosque que está detrás de tu casa?"

Luna se iluminó y respondió entusiasmada:

"¡Es una excelente idea! Siempre he querido explorar ese lugar. Pero, ¿qué necesitamos llevar?"

Coco, con una sonrisa de oreja a oreja, comenzó a enumerar:

"¡Necesitamos una mochila, agua, algo de comida y, por supuesto, una buena lupa para ver de cerca a los bichos!"

Luna hizo una lista y, unas horas más tarde, se encontraron en la puerta de su casa, listos para la aventura. Armados con sus mochilas y una emoción que no se contenía, comenzaron a caminar hacia el bosque.

Al llegar a la entrada del bosque, el paisaje era impresionante. Los árboles altos parecían tocar el cielo y el olor a tierra húmeda y flores silvestres envolvía el aire.

"¡Mirá!" - exclamó Coco, señalando un grupo de mariposas que danzaban alrededor de un arbusto.

"¡Qué bellas!" - respondió Luna, sacando su lupa. "Vamos a verlas más de cerca."

Los niños se arrodillaron y observaron fascinados cómo las mariposas aleteaban de un lado a otro. En ese momento, Luna notó algo extraño en el tronco de un árbol:

"Coco, mirá esto. ¿Qué será?" - preguntó, señalando una pequeña abertura.

Coco se acercó y, al mirar más de cerca, dijo:

"Parece una entrada a una cueva. ¡Vamos a descubrirlo!"

Con el corazón latiendo de emoción, Luna y Coco decidieron entrar cautelosamente. La cueva era oscura y fría, pero el brillo de sus linternas iluminó extrañas formaciones de roca.

"Esto es increíble. ¡Es como un mundo de fantasía!" - comentó Luna, maravillada por las estalactitas.

"Sí, es como ser exploradores de otro planeta!" - replicó Coco, mientras avanzaban.

De repente, escucharon un ruido extraño que resonaba dentro de la cueva. Se miraron nerviosos.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Luna, temblando de emoción y un poco de temor.

"No lo sé, pero deberíamos investigar. ¡Puede ser un tesoro escondido!" - dijo Coco, decidido.

A medida que se acercaban al sonido, vieron un destello de luz. Al llegar a la fuente del ruido, descubrieron un pequeño grupo de ranas brillantes que croaban en armonía, iluminando el lugar con su luz mágica.

"¡Son ranas fosforescentes! ¡No puedo creerlo!"

"Esto parece un río de estrellas!"

Las ranas, al ver a los chicos, comenzaron a saltar alrededor de ellos, como celebrando su llegada.

"Ven, Luna, salgamos a la luz del día y contemos a todos nuestros amigos sobre esto. Esto es un secreto mágico solo para nosotros. ¡Podemos volver siempre que queramos!"

Los dos amigos, aún fascinados por el descubrimiento, decidieron regresar al exterior.

Una vez fuera, el sol les sonrió con calidez

"¡Qué aventura! Nunca imaginé que encontraríamos algo así. ¡Debemos cuidarlo!"

"Sí! Pero ahora tenemos que volver a casa antes que nuestros padres se preocupen."

Caminaron de regreso, riendo y contando historias sobre su maravillosa experiencia. Aprendieron sobre la importancia de cuidar la naturaleza y ser respetuosos con sus habitantes.

Cuando regresaron, decidieron hacer un plan: volverían con un grupo de amigos y un propio proyecto para proteger el bosque y sus mágicas criaturas. Con esa idea, Luna y Coco se sintieron como verdaderos exploradores y guardianes de un mundo jamás contado.

La excursión no solo les dejó un recuerdo inolvidable, sino que también abrió su corazón a la maravilla de la naturaleza, enseñándoles el valor de la amistad y la protección del medio ambiente. Y así, una aventura llevó a otra misión: cuidar el bosque unidos, siempre con alegría y curiosidad en sus corazones.

FIN.

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