De Futbolista a Bailarín



Había una vez un niño llamado Lucas, que vivía en un barrio lleno de sueños y juegos. Desde muy pequeño, Lucas era un apasionado del fútbol. Todos los días después de la escuela, él y sus amigos jugaban partidos en el parque, mientras que su mamá siempre le decía:

"Lucas, lo importante es divertirse y dar lo mejor de uno mismo".

A Lucas le encantaba marcar goles y aprender nuevos trucos, pero también tenía un pequeño secreto: le fascinaban los bailes del famoso videojuego Fornite. En su cuarto, saltaba y giraba al ritmo de la música del juego, imitando los pasos de baile.

Un día, su amigo Tomi le propuso participar en una competencia de talentos que había organizado su escuela.

"¡Lucas, todos dicen que eres un gran futbolista! ¡Deberías mostrar tu talento en el escenario!"

Lucas dudaba.

"No sé, Tomi. ¿Qué pasa si hago el ridículo?"

"Pero, ¿y si sorprendes a todos? ¡Podés combinar el fútbol y el baile!"

Después de pensarlo, Lucas decidió inscribirse. Quería mostrar que un futbolista también podía bailar. En la semana previa a la competencia, practicó en secreto una combinación de dribles y pasos de baile de Fornite. Pero había un problema: no se sentía contento con lo que estaba haciendo. No tenía seguridad en sus movimientos.

El día del evento, el auditorio estaba lleno. Cuando llegó su turno, Lucas subió al escenario, nervioso y con el corazón latiendo a mil por hora. Empezó con algunos pases de fútbol, pero luego se detuvo y olvidó los pasos de baile. La música seguía, pero él se sentía atrapado. De repente, su mirada se encontró con la de su mamá en el público. Ella sonrió y le hizo una señal.

"¡Vamos, Lucas! ¡Dale!"

Con ese fuerte aliento de ánimo, Lucas recordó lo que había practicado.

"¡Voy a intentarlo de nuevo!" pensó.

Pronto, entre los pases de fútbol, empezó a mover los pies al ritmo de la música, haciendo giros, saltos y hasta un par de pasos del baile que tanto le gustaba. La audiencia comenzó a aplaudir y animarlo.

Sin embargo, no todo salió como él quería. Un mal paso lo llevó a caer al suelo, justo en el medio de su actuación. Al principio, sintió que todo estaba perdido, que podía escapar corriendo. Pero luego recordó a su mamá.

"¡No pasa nada, Lucas! Es solo un tropiezo. ¡Levantate y sigue!" se dijo a sí mismo.

Con una sonrisa, se levantó rápidamente y realizó un movimiento final, pateando una pelota hacia el aire antes de hacer una pirueta. La audiencia estalló en aplausos y gritos de entusiasmo.

Después de su actuación, no ganó el primer lugar como esperaba, pero se sintió como un campeón.

"Gracias, Lucas, fue increíble lo que hiciste. ¡Me sorprendiste!" dijo Tomi.

"Sí, realmente lograste fusionar el fútbol y la danza. ¡Te arriesgaste y eso es lo más importante!" agregó una compañera de clase.

Lucas se dio cuenta de que lo que importaba no era ganar, sino atreverse a mostrarse, a aprender y a disfrutar del proceso.

Desde ese día, continuó explorando su amor por el fútbol y la danza. Se unió a un taller de danza en su escuela, donde pudo aprender más sobre el baile. Lucas descubrió que podía ser un gran futbolista y un bailarín al mismo tiempo.

Así, Lucas se convirtió en un ejemplo de perseverancia para todos en su barrio, demostrando que todos tienen múltiples talentos y que lo más importante es disfrutar el camino, sin importar los tropiezos que se presenten.

FIN.

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