De la Antigüedad a la Modernidad



En un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Luisa encontró un antiguo pergamino en el desván de su abuela. Al desplegarlo, una luz brillante envolvió la habitación y, de pronto, Luisa se vio transportada a diferentes épocas de la historia.

"¡Wow! ¿Dónde estoy?" exclamó, mirando a su alrededor. Se encontraba en el antiguo Egipto, rodeada de grandes pirámides y gente vistiendo túnicas.

De repente, una mujer alta y elegante se acercó a ella.

"Soy la sacerdotisa Nefertari. Nos dedicamos a cuidar a los enfermos y a los que necesitan ayuda. Siempre tienen un lugar en nuestros corazones," dijo la mujer con una sonrisa.

"Pero, ¿cómo lo hacen?" preguntó Luisa.

"Con amor, conocimiento y mucho cuidado. En nuestra época, el cuidado de los demás es muy respetado. Nosotros utilizamos hierbas y técnicas que nos enseñan nuestras abuelas," explicó Nefertari.

Luisa observó cómo Nefertari y sus compañeras ayudaban a quienes podían necesitarlo. Después de un rato, el pergamino brilló de nuevo y Luisa fue transportada a la antigua Grecia.

Allí, conoció a un joven llamado Hipócrates.

"Hola! Yo soy Hipócrates, el padre de la medicina. Creemos que el cuidado es importante y que cada persona tiene un papel en su propia salud," dijo mientras miraba un montón de pergaminos.

"Pero, ¿y los enfermeros?" preguntó Luisa, intrigada.

"Los cuidadores y enfermeros también son esenciales. Ellos son los que pasan tiempo con los pacientes y los cuidan hasta que se recuperan. ¡Son héroes!" explicó Hipócrates con pasión.

De pronto, Luisa se sintió un poco mareada y un nuevo destello del pergamino la llevó al medioevo, donde encontró a una mujer llamada Isabel, que dirigía un hospital.

"Bienvenida, muchacha. Aquí ayudamos a todos sin distinción," dijo Isabel mientras acomodaba unas camas.

"¿Por qué hay tanta gente aquí?" preguntó Luisa.

"Porque cada vida es valiosa, y cada uno merece atención y cuidado. A veces, somos diferentes, pero el amor es lo que une a cada persona. El cuidado viene en muchas formas, desde una sonrisa hasta un abrazo. Todos somos enfermeros de algún modo," respondió Isabel.

El pergamino empezó a brillar una vez más, llevándola al siglo XXI, donde conoció a un grupo de enfermeras en un hospital moderno.

"Hola! Soy Sofía, y estas son mis compañeras," dijo una enfermera con una gran sonrisa. "Hacemos lo que podemos para cuidar bien a nuestros pacientes. ¡Es un trabajo lleno de amor y dedicación!"

"¿Qué diferencia a una enfermera de un doctor?" preguntó Luisa curiosa.

"Ambos somos importantes, pero nos enfocamos en el cuidado diario y el apoyo constante a quienes vienen a vernos. Sin nosotros, todo sería más difícil," respondió Sofía.

Luisa estaba maravillada. Se dio cuenta de que a lo largo de la historia, la enfermería había evolucionado, pero siempre había un hilo que unía a todas las personas.

"¡Cuidar es un acto de amor!" gritó Luisa emocionada.

Entonces, el pergamino la condujo de vuelta a su hogar. Se miró en el espejo y sonrió.

Desde ese día, Luisa decidió que quería ser enfermera cuando fuera grande. Quería seguir el legado del cuidado y la compasión que había aprendido de Nefertari, Hipócrates, Isabel y Sofía. Su corazón estaba lleno de inspiración y amor por lo que estaba por venir.

Y así, cada vez que veía a alguien que necesitaba ayuda, se acordaba de su viaje y de cómo el cuidado siempre había sido, y siempre será, una parte fundamental de la humanidad.

FIN.

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