De la Granja a la Ciudad



Había una vez un hombre llamado Juan, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y animales. Juan era muy feliz cuidando de sus vacas, caballos y gallinas, y cultivando su propia huerta.

Pero un día, decidió aventurarse a la gran ciudad para vender sus productos y conocer nuevos lugares.

Al llegar a la ciudad, Juan se sintió abrumado por el bullicio de las calles, los edificios altos y la cantidad de personas que caminaban apuradas de un lado a otro. No sabía por dónde empezar ni cómo hacer para vender sus productos en medio de tanto movimiento.

Caminando por las calles con su carretilla llena de verduras frescas, Juan se encontró con Marta, una niña curiosa que quedó maravillada al ver a aquel hombre del campo en medio de la ciudad. "¡Hola! ¿Qué vendes?" -preguntó Marta emocionada. "Hola, vendo verduras frescas y huevos de mis gallinas.

Soy Juan, vengo del campo", respondió él con una sonrisa amable. Marta quedó fascinada con las historias que Juan le contaba sobre la vida en el campo y cómo cuidaba a sus animales con tanto amor.

Le propuso ayudarlo a vender sus productos en la ciudad y juntos recorrieron las calles anunciando las verduras más frescas y los huevos más sabrosos. La gente se acercaba curiosa a comprarle a Juan, sorprendidos por la calidad de sus productos y por su sencillez al hablar.

Pronto, se corrió la voz sobre el hombre del campo que había llegado a la ciudad y muchos quisieron conocerlo y escuchar sus historias. Con el tiempo, Juan se convirtió en un personaje querido por todos en la ciudad.

A pesar de extrañar su vida tranquila en el campo, disfrutaba cada día descubriendo algo nuevo en ese lugar tan distinto.

Y Marta se convirtió en su fiel compañera, enseñándole todo sobre la vida urbana mientras él le transmitía sus conocimientos sobre la naturaleza. Un día, cuando ya había pasado mucho tiempo desde que llegó a la ciudad, Juan sintió nostalgia del campo y decidió regresar a su hogar.

La despedida fue emotiva: Marta lo abrazó fuerte y le prometió visitarlo pronto en el pueblo para aprender más sobre cómo cuidar el planeta como él lo hacía.

Y así fue como Juan volvió al campo llevándose consigo no solo el dinero ganado en la ciudad sino también el cariño y los recuerdos compartidos con todos aquellos que conoció durante su aventura citadina.

Desde entonces, cada vez que alguien mencionaba al hombre del campo que estuvo en la ciudad, todos recordaban con cariño al amable Juan y deseaban volverlo a ver algún día para escuchar nuevas historias llenas de sabiduría campesina.

FIN.

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