De la Soledad a la Felicidad
En un pequeño pueblo en las montañas de Argentina, vivía un cuy llamado Cuyito. Desde muy pequeño, Cuyito había quedado huérfano y, aunque los otros animales de la granja se esforzaban por hacerlo sentir parte de su comunidad, Cuyito se sentía solo. Todos los días, observaba desde la distancia cómo las familias de los demás animales compartían momentos alegres, comida rica y muchas risas.
Un día, mientras curioseaba cerca de un árbol frondoso, escuchó risas que venían de un grupo de animales.
"¿Qué están celebrando?" - preguntó Cuyito, acercándose un poco más.
"¡Es el cumpleaños de nuestra amiga la vaca! Vení, Cuyito, sumate a la fiesta!" - dijo un pajarito azul.
Avergonzado, Cuyito dudó. "No sé... no tengo a nadie con quien compartir."
"¡No importa! Todos son bienvenidos aquí!" - insistió el pajarito. A regañadientes, Cuyito se unió a la celebración. Aprendió que la vaca cumplía años y estaba muy feliz, rodeada de sus amigos.
Durante la fiesta, Cuyito vio la comida rica y fresca que compartían: ensaladas de hierbas, zanahorias crocantes y frutas jugosas. Mientras miraba, su estómago gruñó.
"Tengo hambre…" - murmuró, sin que nadie lo oyera. Recordó que, en su soledad, a menudo comía lo que encontraba: a veces pasto seco, otras veces comida no muy nutritiva.
Al terminar la fiesta, el pajarito lo invitó a volver al día siguiente. Cuyito, tímidamente, aceptó.
A medida que pasaban los días, Cuyito se hacía más amigo de todos y empezó a entender la importancia de la comida saludable. Un día, la liebre le comentó:
"Cuyito, deberías probar estas zanahorias orgánicas, son la mejor comida para estar sano y fuerte."
Cuyito pensó en su vida anterior y se dio cuenta de que había estado descuidándose. "¿De verdad que estas son tan ricas?" - dijo, intrigado.
Y así fue como empezó a cambiar sus hábitos. Con el tiempo, descubrìó que, al alimentarse bien, tenía más energía para jugar y reír con sus amigos.
Pero un día, una tormenta inesperada se desató. Los animales buscaban refugio y se dio cuenta de que el árbol donde solían juntarse se había caído.
"¡Oh no! ¿Y ahora dónde nos reuniremos?" - exclamó la vaca angustiada.
Cuyito recordó lo que sus amigos más grandes le habían enseñado sobre trabajar en equipo. Con valentía, se armó de valor y dijo:
"¡Podemos construir un refugio juntos! Si todos traemos algo, podremos hacer un lugar donde estemos seguros."
Los demás se miraron, sorprendidos por la idea de Cuyito. Habían estado tan preocupados que no se les había ocurrido. Así que decidieron colaborar.
La vaca trajo ramas grandes, la liebre trajo algunos troncos, y Cuyito se encargó de las hojas. En poco tiempo, habían construido un refugio temporal, y mientras trabajaban, Cuyito se sintió feliz. La soledad ya no lo aquejaba; tenía amigos y había hecho una familia en ellos.
Luego de la tormenta, los animales continuaron compartiendo sus comidas y aventuras juntos. Cuyito se convirtió en un referente de la buena alimentación y la amistad. Siempre recordaba compartir sus conocimientos sobre la importancia de comer bien con los más pequeños y enseñarles a amar la comida nutritiva.
Finalmente, un día, mientras Cuyito miraba el hermoso atardecer con sus amigos, sintió que había encontrado su lugar en el mundo.
"¡Gracias a ustedes, ya no me siento huérfano!" - les dijo a todos, con una gran sonrisa.
Y así, entre risas y deliciosas comidas, Cuyito se dio cuenta de que, aunque había perdido a su familia, había ganado una más grande y feliz, llena de amor y buenos hábitos.
Desde entonces, el cuy nunca volvió a sentirse solo. ======== Fin =======
FIN.