De Neptuno a Sol
Era una mañana radiante en la ciudad de Buenos Aires, y dos amigos, Tomás y Sofía, estaban sentados en el jardín de su casa mirando al cielo. Sofía, con sus grandes ojos curiosos, dijo:
"¡Tomás! ¿Te imaginás cómo será el espacio? ¿Y qué habrá más allá de las estrellas?"
"¡Debe ser increíble!" respondió Tomás con entusiasmo.
"¿Y si pudiéramos ir a visitar todos los planetas?"
"¡Sí!" gritó Tomás. "Podríamos empezar por Neptuno, el planeta más lejano del sol, y volver al nuestro".
Así fue como, gracias a su imaginación y un poco de ayuda de un viejo telescopio encontrado en el garaje, Tomás y Sofía se embarcaron en su aventura espacial. De repente, el telescopio brilló intensamente y los absorbió en un torbellino de luces.
Al abrir los ojos, se encontraron en la superficie de Neptuno, rodeados de hermosas tempestades de color azul.
"¡Mirá! Es como un océano gigante de nubes" dijo Sofía.
"No puedo creer que estamos en Neptuno. Este planeta es el más frío del sistema solar" comentó Tomás mientras saltaba de emoción.
Sofía vio algo que los dejó maravillados.
"¡Mirá esos gigantes de gas!"
"¿Gigantes de gas? No te entiendo".
"¡Los vientos de Neptuno son tan fuertes que forman tormentas gigantes!"
"¡Qué genial! Vamos a explorar más, ¡deberíamos seguir viajando!".
Usando su ingenio y un par de herramientas de su mochila, los amigos construyeron una pequeña nave espacial con los restos de nubes de Neptuno.
Al despegar, llegaron a Urano donde aprendieron sobre sus hermosos anillos.
"¿Sabías que Urano gira de lado?" preguntó Sofía.
"¡Qué raro! ¿Por qué habrá girado así?"
"Quizás una vez chocó contra un meteorito gigante", imaginó Tomás.
Luego viajaron a Saturno, donde los anillos brillaban con rayos de colores.
"¡Mirá! Es como si el planeta tuviera un collar de cristal" dijo Sofía.
"Debemos recoger un poco de polvo de saturno para llevar de recuerdo" sugirió Tomás.
"¡Buena idea!".
Después de aventuras en Marte, donde construyeron un pequeño fuerte de hielo, y en Júpiter, donde montaron un torbellino en una de sus grandes lluvias:
"¡Esto se pone cada vez mejor!" exclamó Tomás.
"Sí, pero ¿dónde nos queda Mercurio?".
Con gran emoción, finalmente llegaron a Venus, el planeta de los volcanes. Allí inventaron un juego donde debían saltar sobre los ríos de lava sin caer.
"¡Soy una guerrera del espacio!" gritaba Sofía mientras brincaba.
"Epa, cuidado con la lava" advirtió Tomás.
"Sólo un paso más y estaré en la victoria".
De repente, se escuchó un estruendo.
"¿Qué fue eso?" preguntó Tomás asustado.
"¡Mirá, un volcán está erupcionando!"
Con la lava fluyendo rápidamente, se dieron cuenta de que debían salir de allí.
Ante la urgencia, decidieron regresar a su nave y volar hacia el siguiente planeta, que era la Tierra.
"Olvidé que estamos en nuestro hogar, ¡regresemos!" gritó Sofía.
Con gran velocidad, se deslizaron de vuelta, utilizan todo lo que habían aprendido en su aventura espacial, y lograron aterrizar con éxito en un rincón del jardín de su casa.
Al despertar del esplendor de los planetas, se miraron sonriendo.
"¡Fue el mejor viaje de todos los tiempos!" dijo Tomás.
"Sí, aprendimos tanto. Cada planeta tiene algo especial que ofrecer" mencionó Sofía.
"Me gusta saber que el espacio tiene tanto por descubrir, como la vida misma".
Les sonríen las estrellas mientras les prometen a los demás viajantes del universo que seguirán explorando, y guardaron todos sus recuerdos en sus corazones, al igual que los momentos vividos en la Tierra.
Cada vez que miraban al cielo, recordaban que la curiosidad y la imaginación pueden llevar a lugares maravillosos.
FIN.