Defensor del Vecindario



Érase una vez en un tranquilo vecindario de Buenos Aires, vivía un gato llamado Sir Winston Churchill, pero todos lo conocían como Simba.

Simba era un gato muy especial, no solo por su nombre elegante y peculiar, sino también por su valentía y dedicación. Cada mañana, Simba se despertaba temprano para tomar su desayuno.

Luego de llenar su pancita con croquetas deliciosas, se ponía su uniforme de soldado inglés y salía a cumplir con su importante misión: cuidar el techo de la frontera entre mi casa y la vecindad. Simba sabía que otros gatos podían intentar invadir ese territorio. Por eso, subía al tejado y vigilaba atentamente cualquier movimiento sospechoso.

Con sus ojos afilados como espadas y sus bigotes erguidos como antenas, estaba preparado para defender su hogar.

Un día soleado mientras Simba descansaba en el tejado después de haber disfrutado de su almuerzo exquisito compuesto por pescaditos frescos del mercado cercano, escuchó ruidos extraños provenientes del otro lado de la frontera. Se acercó sigilosamente al borde del tejado para investigar. Y allí lo vio: un grupo de gatos callejeros intentando entrar a la vecindad.

No podía permitirlo; debía proteger a toda costa el territorio que tanto amaba. Sin pensarlo dos veces, saltó desde el tejado hasta el jardín contiguo donde los intrusos estaban causando estragos. - ¡Alto ahí! -gritó Simba con voz firme-. Este territorio está bajo mi protección.

¡No pasarán! Los gatos callejeros se detuvieron sorprendidos ante la valentía de Simba. Nunca habían visto a un gato tan decidido y valiente como él.

- ¿Quién te crees que eres para decirnos qué hacer? -respondió el líder de los intrusos, un gato grande y malhumorado llamado Garra Negra. - Soy Sir Winston Churchill, pero puedes llamarme Simba -dijo con orgullo-. Y soy el guardián de este vecindario. No permitiré que lo invadan.

Garra Negra bufó y se preparó para atacar a Simba, pero antes de que pudiera dar un solo paso, algo inesperado ocurrió. Los demás gatos callejeros comenzaron a hablar entre ellos en voz baja. - ¿Sabes quién es ese gato? -susurró uno de ellos-.

Es el famoso Simba, el soldado inglés más valiente del barrio. Ha defendido su territorio con éxito muchas veces.

De repente, todos los gatos callejeros se dieron cuenta del error que estaban cometiendo al desafiar a alguien tan respetado como Simba. Se disculparon por sus acciones y prometieron no volver a intentar invadir la vecindad. Simba aceptó las disculpas amablemente y regresó triunfante al tejado de su casa.

Había demostrado una vez más su coraje y liderazgo frente a cualquier amenaza. Desde aquel día, los otros gatos del vecindario miraban a Simba con admiración. Sabían que podían contar con él para protegerlos siempre que fuera necesario.

Y así, Sir Winston Churchill, alias Simba, el gato soldado inglés, continuó velando por la paz y seguridad de su hogar. Su valentía inspiraba a todos los animales del vecindario a ser valientes y defender lo que más amaban.

Y colorín colorado, esta historia llena de enseñanzas y aventuras ha terminado.

FIN.

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